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Voto de cineclasico73:
8
Drama Roslyn Tabor (Marilyn Monroe), una joven que llega a Reno (Nevada) para divorciarse, conoce a un viejo vaquero (Clark Gable) y decide quedarse unos días en su cabaña. Poco después, él encuentra en las montañas una manada de caballos salvajes y decide capturarlos para vender la carne, contando con la ayuda de un vaquero especialista en rodeos (Montgomery Clift). (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es, finalmente, lo que siempre me queda después de haberla visto, no sé ya cuántas veces. No cambia, y no cambiará jamás ese sentimiento. Porque, aunque se le puede añadir la admiración por presenciar juntas a tres de las mayores glorias que ha dado el mundo del cine realizando actuaciones memorables, no se puede desligar a que "The misfits" es clasificado como el testamento fílmico de un Clark Gable soberbio en su rol de vaquero veterano, rebelde a los tiempos modernos y sin futuro cierto; de una Marilyn Monroe sublime en el papel que su hasta entonces marido, Arthur Miller, creó para mostrar toda la fragilidad, la sensibilidad y la lujuria que su mujer despertaba en el mundo; y Montgomery Clift, ejemplo de autodestrucción física como salida de escape a una vida familiar inocua, ejerciendo de jinete de rodeos peligrosos. Asimismo, dos secundarios de postín. Eli Walach, como hombre resentido que se autocompadese por una tragedia personal que no logra solventar. Y la estupenda Thelma Ritter, con el personaje más sincero y auténtico de todos, como la mujer sabia de experiencias vividas. Huston, de la mano de Miller, logra compaginar eficazmente cada historia personal, y saca lo mejor del talento de los tres grandiosos para contar un relato de personajes perdedores, desgarrador y sin esperanza. Lo de los pormenores en la fimación como los acontecimientos fatales subsecuentes ya la leyenda lo ha contado. A mí, particularmente, me queda la imagen de un Gable pletórico y fuerte, de carisma inigualable y con la sufuciente vitalidad para dar la talla a una Marilyn Monroe, agobiada por conflictos personales, pero descomunal en cuanto a su talento, su belleza serena y su infinita sensualidad ahondada esta vez por su profunda mirada triste, delicada y franca. Un ejercicio, sobre todo emocional que vale la pena sobre todo como excusa para verlos juntos y disfrutarlos sin miramientos y prevenciones. Razón más que suficente.
cineclasico73
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