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Voto de Jark Prongo:
2
3,9
63
Musical
Retoma las cosas donde las dejaba Megatón Ye-Ye (aunque no oficialmente). Mismos personajes, misma historia y tan sólo un breve salto en el tiempo (de 1965 a 1967). Micky y su Vespa siguen de aventuras por el Madrid de los 60. (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo lo que resultaba más que digno y sorprendente en Megatón Yeyé se convierte en execrable en Codo con Codo, que no es continuación ni nada por el estilo, por mucho que aparezca Micky y sus compadres Los Tonys. Como film, esto es una vergüenza intolerable que espero causase el ajusticiamiento por garrote vil de su máximo responsable, el chupagomas de Víctor Auz. Porque, vamos a ver, una cosa muy lícita es hacer un vídeo promocional de tal (Micky) o cual (Bruno Lomas) intérprete ligero, e incluso de toda una escena (la brillante 1,2,3 de Zulueta, sin ir más lejos), pero de ahí a venderla como película, añadiendo metraje nonsense y una metáfora muy floja acerca de la amistad con la trillada dicotomía buen amigo/mal amigo, pues media un trecho importante, casi tan grande como la desvergüenza del yeyé éste.
Intentando rescatar algo de la película y su hora y media de necedades, pues quizá reseñar lo guapa que aparece Massiel (la cual aguanta la verticalidad de manera notable haciendo creer al público que no ha soplado lo indecible y no se tira ni un eructo durante las canciones que interpreta), lo payaso que es Micky (aquí se descubre no ya como un histrión, sino como un idiota integral), la constante expresión de "¿ein?" de Bruno Lomas y la brillante aparición de Rafaela Aparicio, que suelta una sentencia a los 3 protagonistas que viene a representar el pensamiento del público y de toda una época: "Pues para ser yeyés vais muy limpitos, ¿eh?".
Intentando rescatar algo de la película y su hora y media de necedades, pues quizá reseñar lo guapa que aparece Massiel (la cual aguanta la verticalidad de manera notable haciendo creer al público que no ha soplado lo indecible y no se tira ni un eructo durante las canciones que interpreta), lo payaso que es Micky (aquí se descubre no ya como un histrión, sino como un idiota integral), la constante expresión de "¿ein?" de Bruno Lomas y la brillante aparición de Rafaela Aparicio, que suelta una sentencia a los 3 protagonistas que viene a representar el pensamiento del público y de toda una época: "Pues para ser yeyés vais muy limpitos, ¿eh?".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A otro nivel, casi seguro involuntario, esta película es esclarecedora acerca de cómo llegan, se asimilan y ponen en práctica las corrientes de pensamiento contemporáneas en España: lo que en cualquier otro lugar europeo es modernista (como teoría rupturista con los valores vigentes en la zona geográfica en cuestión, sustentada en una corriente de ideas y pensares de la materia específica dada) llega a España como 10 o 20 años después, importada por los pijos que se empapan de aquella manera de lo que apreciaron en el viaje de estudios que les pagó su padre, cacique local. Pero importada como tendencia, no como pensamiento: se despoja al movimiento de lo esencial y se quedan con lo de siempre, ya sabemos: peinados, poses, coletillas, complementos e imposturas en general. Y ni así, pues duele ver a Micky, paradigma de la modernidad de broma española, con una corbata pesquera como la que llevaba Belmondo en Al Final de la Escapada 8 años antes mientras participaba activamente en la auténtica REVOLUCIÓN DEL CINE.
España, país de pandereta, antes, ahora y siempre.
España, país de pandereta, antes, ahora y siempre.