Loable intento de Alexiou por componer uno de esos mundos que yacen en el subconsciente, partiendo de una premisa sumamente sugestiva, aunque sencilla, y apoyándose en un elenco bastante acertado, que logra escenificar a la perfección, por momentos, las inquietudes del ente protagónico, sobre el que todo recaerá.

En principio, se podría dar el trabajo del griego por bueno, pues tanto sus formas como el modo de llevar conceptos a la pantalla, resulta visualmente atractivo e inquietante durante tramos que quizá recogen los mejores momentos de ésta "Istoria 52", por desgracia, los defectos de su cinta desbordan en ocasiones todo ese dechado de virtudes, y la dejan en un quiero y no puedo que, con un planteamiento más intuitivo y no tan cabal, habría abarcado posibilidades mucho mayores.

La cuestión es que, ofreciendo al espectador cierta clarividencia en el avance de la propuesta, Alexiou decide componer un espectro de imágenes que no resultan sugestivas más que en determinados momentos, y que unidas, poseen una coherencia demasiado patente como para estar hablando de los recovecos de la mente humana. Sí, sabemos que el protagonista está reconstruyendo recuerdos e intentando darles una forma, pero bastaba con que el espectador lo intuyese, no era necesario mostrar el proceso como una sucesión narrativa de escenas que representan un antes y un después y que no requerirían un orden específico para resultar del todo palpables. Sugestión antes que comprensión, en definitiva.

Curioso debut del cineasta helénico, pero poco más, por desgracia.