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Voto de Grandine:
8
7,5
4.796
Drama
Un condecorado y reverenciado héroe de guerra disfruta de la compañía de su familia en un tranquilo día estival, cuando de pronto recibe la visita inesperada de un hombre al que no veía desde hacía años. Conforme transcurre el día y se acerca la noche, el coronel descubrirá el verdadero motivo de la visita. Lúcida denuncia de las purgas stalinistas. (FILMAFFINITY)
7 de julio de 2009
51 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo hacer que, en una sola escena, la pantalla sea impregnada por una relación emotiva tan romántica como plena? Dar una respuesta a bote pronto no sería quizá lo más adecuado, porque está claro: el trabajo con los actores, el seguimiento de sus acciones o los diálogos trazados para observar como la complicidad inunda el celuloide sin más, deben ser algunas de las tareas más complicadas para un director, porque tener un buen guión es algo factible, aquello que no es tan factible es saber desarrollarlo en pantalla, obtener el máximo jugo de tus intérpretes, manejar todos los elementos y recursos expresivos con el mayor aplomo posible... y, sin embargo, la respuesta estaría al alcance de la mano de cualquiera con la sola mención de un título: "Quemados por el sol".
Sí, es bien sabido, apoyarse en referencias o instantes que cualquiera no haya podido ver con sus propios ojos es el recurso fácil, la vía rápida, y es por ello que les pido, si desean conocer de que les hablo, que lo comprueben. Que observen como con pálpito, tres personajes comparten una escena de lo más íntima y, al cabo de unos minutos, tras una situación que debería ser tensa, pero Mikhalkov destensa con mano maestra (gracias, entre otras cosas, a una sincera interpretación), su relación sigue confluyendo con la fluidez y frescura de aquel que no parece haber visto pasar por delante de sus ojos toda una avanzadilla de tanquetas, aunque así haya sido.
(Sigue en el spoiler, con detalles sobre la conclusión)
Sí, es bien sabido, apoyarse en referencias o instantes que cualquiera no haya podido ver con sus propios ojos es el recurso fácil, la vía rápida, y es por ello que les pido, si desean conocer de que les hablo, que lo comprueben. Que observen como con pálpito, tres personajes comparten una escena de lo más íntima y, al cabo de unos minutos, tras una situación que debería ser tensa, pero Mikhalkov destensa con mano maestra (gracias, entre otras cosas, a una sincera interpretación), su relación sigue confluyendo con la fluidez y frescura de aquel que no parece haber visto pasar por delante de sus ojos toda una avanzadilla de tanquetas, aunque así haya sido.
(Sigue en el spoiler, con detalles sobre la conclusión)
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spoiler:
Y ahí el ruso ya tiene media faena hecha: es por ello, que cuando en una conclusión digna de loa observamos, atónitos, el comportamiento de un Kotov totalmente descocado, confiado totalmente de sus posibilidades, no podemos evitar entristecernos, y sentir como cada metro que avanzan las ruedas de ese vehículo, pasasen por encima de nuestro propio corazón, aturdiéndonos. Porque pese a ver la mirada y la sonrisa de un coronel que no cree en su derrota, que ha anticipado momentos antes con un diálogo de lo poco que les servirá detenerle, Mikhalkov ya tiene su faena hecha, y al espectador no le queda otra que observar, con pena, la fisura realizada en un seno familiar cuya complicidad llegaba tan lejos y despedirse desde la campiña, de un coche que ya no parece tener marcha atrás. Pese a su posado optimista, pese a su mueca achispada.