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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
8
Acción. Comedia Japón, siglo XIX. Zatoichi es un vagabundo ciego que vive del juego y de dar masajes. Pero además es un maestro con la espada, rápido y preciso como el mejor samurai. En una ciudad en las montañas, a merced de la banda de Ginzo, Zatoichi y su fiel amigo Shinkichi conocen a un par de geishas, bellas y peligrosas. Okinu y su hermana Osei han llegado a la ciudad a vengar el asesinato de sus padres, y su única pista es el misterioso nombre de Kuchinawa. (FILMAFFINITY) [+]
1 de mayo de 2009
44 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Zatoichi", el cine de Kitano adquiere un nuevo sentido del ritmo. No porque éste, aquí, resulte trepidante, directo o raudo, sino más bien porque en él, el cineasta nipón, sabe como mantener al espectador en vilo, expectante. Sabe como confabular una secuencia donde un personaje es presentado para que, antes de que ésta termine, el público esté ya pendiente de lo que vendrá a continuación. Así, se podría decir que su propuesta es intensa, que los personajes laten al mismo ritmo que las soberbias coreografias que nos brinda en ciertos instantes de la propuesta, y cuyas acciones y diálogos se desentrañan con un pulso y una pericia inauditas.

De todos modos, la sorpresa en "Zatoichi", no aparece cuando empiezas a sentir que, en tu interior, despiertan, corren y dirimen sus asuntos los protagonistas, sino cuando, en una primera secuencia, donde el zatoichi rubio se nos presenta, Kitano se quita de encima cualquier precepción habida y por haber sobre el film, y se despacha con una escena antológica, donde marca unos límites distintos a los que seguramente haya prefijado el espectador, y sorprende con un soberbio arranque que estaría al alcance de pocos.

Por otro lado, los intérvalos musicales con coreografía incluida ya mentados, marcan la obra y nos advierten sobre su tono, un tono que irá variando a lo largo del film, y que en esos particulares momentos, ya da a entender que el fresquísimo sentido del humor del que siempre hace gala el nipón, saltará a la palestra en más de un momento para restar un viso de dramatismo a su trabajo. Y le viene de perlas, francamente.

La variedad de personajes que danzan por la obra con aplomo hacen, además, que la cinta resulte tan vivaz como curiosa, por sus caracteres e historias, a cada cual más interesante, logrando así que el adentramiento de uno de los mejores directores orientales de la última década en el cine de samurais, sea una de las más notables cintas que servidor haya podido ver, donde no sólo el ritmo y la exhuberancia en sus coreografías y momentos de acción resultan exquisitos, sino en la que, además, nos topamos con un trabajo que, más allá de sus dejes cómicos, posee alma y un tinte melancólico de lo que dibuja en todo momento en pantalla.
Grandine
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