Con Pulp fiction, Tarantino abrió una brecha en 1994, que algunos no han tardado demasiado en seguir, ya sea con mejores o peores resultados. Luego vinieron realizadores tan eficaces como Guy Ritchie con Lock & stock y Snatch, Tony Scott con Amor a quemarropa (con guión del mismísimo Tarantino, todo sea dicho) y, últimamente, quizá con menos fortuna, otros como John Crowley con su Intermission, o el productor de los primeros films de Ritchie, Matthew Vaughn, con la fallida e insulsa Layer cake, que si bien no se podría hablar de ellos como productos Tarantinianos, tienen ciertas semejanzas y puntos con el estilo del controvertido realizador estadounidense.
Algo similar sucede con Seis nueve, el film que nos abarca, que sin poseer rasgos muy definitorios, sí se podría decir que tiene similitudes en su entramado y desarrollo que hacen acercarse a esta cinta a los fueros del ya manoseado estilo del realizador de Reservoir dogs.

Así, el cineasta tailandés, traza un relato ameno, al que quizá le faltaría algo más de mala leche y un poco más de garra en cuanto a pulso narrativo, pues teniendo una buena historia entre manos, no se podría decir que la desecha, ya que emplea recursos muy adecuados jugando con el guión que posee, y hace de su obra algo más que meritorio en el momento de la puesta en escena.
Tampoco le faltan instantes de lo más curiosos y divertidos, donde algunos personajes se logran destapar definitivamente, ofreciendo al respetable una enorme dosis de entretenimiento y situaciones que harán las delicias de cualquier público, además de lograr complicidad con el mismo.

A nivel interpretativo, los actores logran un buen trabajo, puesto que sin excesivos alardes, y mostrando algunos de ellos estar mínimamente rodados, convencen sin darse a los típicos abusos de sobreinterpretación que pueden conllevar algunos de los protagonistas de la cinta. Sin embargo, también quedan personajes que no terminan de estar bien perfilados del todo, cosa no demasiado necesaria por otro lado, pero que sí sería de agradecer.

Por último, sólo me queda comentar que es gratificante toparse con un producto tan apetitoso como entretenido de ver de vez en cuando, que se desmarque de demás propuestas, y ofrezca algo digno y mínimamente distinto, donde un un buen relato correctamente llevado de lo que promete, cosa que hoy en día no suele suceder a menudo.
Quizá se le podría achacar ese final, que desentona un poco, pues le falta un algo de pulso al director para llevarlo en pantalla, y puede ser visto perfectamente como un guiño a otros films.
Interesante, para un cineasta que ya denota formas, y que seguramente llegará a ofrecer grandes cosas. Ahora espero con ansias poder ver Vidas truncadas.