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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
8
Drama Basada en hechos reales, describe el mundo del crimen organizado en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro, desde finales de los sesenta hasta principios de los ochenta, época durante la cual el tráfico de drogas y la violencia impusieron su ley en las favelas. A finales de los sesenta, Buscapé, un niño de 11 años tímido y sensible, observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la ... [+]
8 de diciembre de 2008
77 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
De pronto, una gallina huye despavorida por los rincones más empobrecidos de Brasil. Huye de un puñado de rateros que la persiguen con el simple fin de darse un buen festín, y de pronto, salen a relucir las primeras armas. Como en el viejo oeste, en esos lugares sin normas estrictas, donde la única ley venía regida por un puñado de balas disparadas en el momento oportuno, en esa Ciudad de Dios, sucede exactamente lo mismo. El arma sale a relucir en cualquier lugar, y es la que impone su juicio, atemorizando e intimidando.
Poco después, y tras un flashback, observamos como un grupo de tres chavales llamado “O Trío Ternura”, atacan un camión a mano armada. Tras imponerse a sus ocupantes, de pronto aparece la policía, y ellos huyen como alma que lleva el diablo. En su huida, dejan sus ropajes por el camino, y se incorporan a un partido de futbol que se está jugando en uno de los terraplenes que ocupan la zona. Pasan inadvertidos, porque todavía son chavales. Quizá tengan uso de razón y el suficiente carácter como para amedentrar a alguien, pero no dejarán de ser chavales.
En dos curiosas secuencias, llevadas con pulso, Meirelles ya ha desgranado qué significa esa Ciudad de Dios en la que habitan: La ley del más fuerte, impuesta por los más jóvenes de la zona.

Desde ese momento, su arranque no puede ser más impactante: No sólo el cineasta brasileño recalca la turbiedad y aspereza del lugar que ha presentado con unas aplastantes secuencias, sino además desgrana con eficiencia las diversas historias que componen este contundente testimonio que, podrá impresionar más o menos, pero en todo momento golpea con la cruda realidad que muestra sin tapujos, sin medias tintas y con una firmeza desgarradora.

El elenco de personajes que componen tanto Meirelles como Lund, se mueven por la pantalla con una garra y una eficiencia dignas de elogio. Ni la menor de esas caracterizaciones, ni la que tiene menos protagonismo, está descuidada, porque desde la vehemencia y locura de Ze Pequenho, hasta la compostura de Mané Galinha, el ímpetu de Dadinho o el pulso de Bené están retratados con una veracidad y de una forma tan redonda, que lograr que confluyan con total elocuencia por la pantalla, parece sólo un juego de niños.
De niños que matan por un territorio o por unas rayas, eso sí. Y vician todo aquello que tengan ante sus narices, con tal de salir adelante y poder llevar las riendas en un lugar tan sórdido como desolador. Donde las lágrimas derivan en sangre, donde la confianza se transforma en abuso. Con un sólo disparo en la noche más tranquila.
Grandine
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