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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
4
Comedia Rick Robinson, un empleado con muchas ganas de ascender en un importante bufete de abogados, decide ayudar a la hija del presidente a hacer la mudanza. Por supuesto, entre tanto ajetreo y viajecito surge la chispa del amor entre ambos (FILMAFFINITY)
29 de mayo de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que Jon Heder fue una de las sorpresas que tuve el año pasado, no en vano con una sola secuencia (el bailecito de Napoleon Dynamite) me fascinó, me dejó patidifuso y sin saber muy bien que pensar. Luego vinieron "Patinazo a la gloria" (el "¡You sex demon! ¡sex thing!" quedará grabado en mi memoria durante muchísimo tiempo como uno de los momentos más antológicos y brillantes de aquel film) y "School for scoundrels", que lo confirmaban como un pequeño genio a tener en cuenta, no en vano había demostrado al lado del gran Ferrell que valía, y mucho. Y en cambio, lo que sí debería tomar es el ejemplo de ese otro genial humorista que, aunque siempre vague por los mismos derroteros (a saber, la comedia con una pizca satírica, mucha parodia y mucho homenaje, en especial de trasfondo deportivo), el tío sabe como bordar una y otra y otra vez papeles que, dentro de un mismo marco, maneja para que resulten dispares.

Pero Heder, va y se nos mete aquí, una de esas road movies tontorronas sin mucho que contar. Porque la historia es tan obvia, tan blanda, tan tontorrona, que uno termina preguntándose a donde quiere dirigirse la cinta verdaderamente, si hay algo más que una comedieta romántica de palo con un par de momentos chispeantes, o si en realidad podría tener más aspiraciones.

El metraje avanza y, sin embargo, terminas dándote cuenta que aquí no hay qué escarbar ni donde escarbar, que desde los títulos de crédito todo estaba dicho y poco más quedaba que alegar: Que si un chico bobo por aquí, que si una muchacha de toma-pan-y-moja por allí, que si el tipo freak o tarado al fondo, a la derecha, que si la desidia, el aburrimiento y el hastío por ver como te enchufan por decimonovena vez la misma historia de marras, primera puerta a mano derecha, y que si un pequeño resquicio de esperanza en la quinta planta, en el ático. Que si hombre... ¿no lo ves? Allí, allí arriba, en caida libre, y a rascarla. Mejor que ver esto hubiese sido, sin lugar a dudas.
Grandine
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