Haz click aquí para copiar la URL
España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
8
Drama Lilja, una adolescente rusa de 16 años que ha sido abandonada por su madre, lleva una vida miserable en una empobrecida ciudad de la antigua Unión Soviética. En un ambiente dominado por las drogas y la miseria, prostituirse es el único medio para poder comer. La esperanza llega el día en que conoce al atractivo Andrei, que le promete una vida mejor en Suecia. (FILMAFFINITY)
7 de julio de 2009
127 de 172 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Y vosotros, de donde salís? ¿Cuánto pensáis que valéis? Seguramente, ni una décima parte de lo que pagaría yo por poder escupiros en la cara la escoria que sois. La escoria que me parecéis. ¿Creéis que podéis tratar a alguien como queráis? ¿Comprarlo y venderlo al pormenor? ¿Como si sólo fuese un objeto, una mercancía? ¿Desechando los sentimientos que pueda poseer una persona, como si se tratase de un muñeco sin vida, de un cuerpo inane? Pero lo peor de todo, es que la escoria que sois no sólo os atañe a vosotros, los que traficáis con esos cuerpos, con esas vidas, sino también a los que están en el otro bando: a todos esos cabrones que pagan a su antojo... ¿por un mísero polvo...?
¿Pero quién os habéis creído que sois? Capaces de tratar a una persona como un simple objeto, como un ser desposeído de toda virtud, que haga vuestras delicias y os ayude a sentiros hombres, otra vez, porque hace tanto tiempo que no acariciáis a nadie, que ni alma os queda. Está podrida, está entumecida, son los restos de lo que algún día, cuando vuestros ojos aun rezumaban inocencia, alguien llamó humanidad. Lo que habéis perdido, lo que ya no poseéis, lo que ya no desprenden vuestros cuerpos, vuestras fauces, cada vez que tocáis a alguien como Lilya, para otra vez más... sentiros algo, sentiros alguien.

Por desgracia, o por suerte para aquellos que palpamos en vosotros el asco de alguien que comete semejantes actos, lo que nunca llegaréis a tener es el suficiente valor para soportar lo que soportan muchachas como Lilya que, algún día, vivieron en la supuesta libertad y felicidad que les otorgaba saber que podían andar a su antojo, antes de que las empapaseis con vuestro repugnante vaho, antes de que las rozaseis con vuestros ásperos dedos.

Porque Lilya, algún día vivió acompañada por la sensación de que podría llegar a ser alguien, de que tras todas esas situaciones vividas, se escondían personas que realmente la valoraban y apreciaban, de que una sonrisa no podría costar un precio tan caro como el de verse despojada de su propio albedrío, del derecho a poder escoger su propia vida. Por eso, sólo por eso, sonríe, sonríe por última vez, Lilya, y vuela hacía el júbilo que algún día se reflejó en tu rostro...
Grandine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow