"Los ríos de color púrpura" le llevaron al altar del cine estadounidense y, a partir de ahí, al declive. Un tipo que había realizado una soberbia joya como "La haine", rendido al ostracismo hollywoodiense en el que caen casi todos los realizadores que cruzan el charco, ya sea para quedarse, ya sea para recaudar y tener de dónde tirar en su próximo film.

La cuestión, es que una película como "Gothika", interesante en su planteamiento, pero ineficaz con sus formas, no se sustenta por ningún lado.
El hecho de introducir a una psicóloga en un sanatorio mental, e intentar desarrollar a partir de ahí una posible paranoia que se desenvuelve mediante explicaciones vulgares y flashbacks típicos, amén del posicionamiento de siempre por parte del realizador, que busca demostrar a toda costa la inocencia de su personaje, situándose, y además de dar poco juego al espectador, ofreciendo un punto de vista que no otorga vertiente alguna, debería resultar curioso cuanto menos, pero con ese guión y un Kassovitz desposeído de sus mejores virtudes, todo queda en un nulo ejercicio mil veces visto.

Para colmo, lo único que le podría ofrecer un contrapunto distinto, sus personajes secundarios, se reduce a anodinas conversaciones que no sólo remarcan lo de siempre, además de sustraer pocos momentos de lucidez, y sólo resultan ser relleno del malo, que aplastan nuevamente la poca intencionalidad que podría tener la cinta, sino también regalan más tópicos por doquier para sepultarlo todo bajo un anodino manto de desapasionamiento y carencia de garra.

Puede que su único punto positivo, sean esos momentos en los que Berry desarrolla a solas su personaje, enfrentándose con sus miedos y angustia de tú a tú, pues gracias a ello se logran ciertos instantes de desasosiego para nada despreciables, aunque, a fin de cuentas, todo quede lastrado debido a una culminación tan previsible como barata. Despreciable, en definitiva.