Y bien, ¿tienen ya el veredicto?

Sí señoría. Tras deliberar varios minutos, el jurado de este tribunal declara al acusado... CULPABLE.
Culpable por enganchar al espectador a un film atrapante, bien conformado y con un excelente uso del tempo y de las formas narrativas, tanto del flashback como de la voz en off.
Culpable de enmarañar ese final con alguna que otra vuelta que, pese a resultar tramposas, no desentonan con el global del film.
Culpable por hacer mella en algunos de los tópicos más descarados del género, aunque pasmosamente funcionales en esta ocasión.
Culpable de no sacar más partido a la relación de Harrison Ford con otros personajes que podrían haber ofrecido un cauce distinto al entramado y, por contra, despistan al respetable.
Culpable por dejar que la formidable actuación de Raúl Juliá resulte desequilibrante en comparación con las demás que se dan cita en esta propuesta.
Culpable por seguir alimentando el encasillamiento de Ford en este género, aunque sus films de la década de los 80, principios de los 90, sean casi todos impecables.
Culpable por apartar a determinados personajes de la trama dejando así que el espectador siga pistas falsas y olvidando dramatizar elementos que, con una mayor dosis de profundidad, hubiesen resultado mucho más eficaces.
Culpable de dar algunas vueltas de más a un entramado que, quizá con menos trayecto recorrido habría podido causar exactamente el mismo efecto
Culpable al no dejar que la tensión y el desasosiego se apoderen del espectador en momentos que debería ser casi imprescindible.
Por todos esos cargos y un metraje que probablemente se exceda levemente, el acusado es condenado a dirigir el próximo bodrio bananero que se le ocurra a alguna productora falta de $$$$.

Y luego, vino "El informe pelícano".