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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
8
Animación. Comedia. Intriga En esta nueva aventura, Wallace le regala unos modernos pantalones a Gromit que le acabarán saliendo más caros de lo que esperaba. Por ello, Wallace alquila una habitación a un aparentemente inocente pingüino. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2009
35 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como los pantalones, que en el caso de este corto son tecno-pantalones, Wallace & Gromit avanzaban a pasos agigantados: aquí no sólo se nota en algo tan sencillo como el logro de unos moldes mucho más cuidados para decorados, objetos o protagonistas, sino también en la consecución de un guión que bebe descaradamente de los distintos géneros a los que va echando mano Park a lo largo de todo el cortometraje dependiendo del efecto deseado, yendo desde la intriga de toda la vida, hasta los westerns (colosal final), pasando incluso por la serie B.

Su preludio, ni más largo ni más corto de lo que debería haber sido, presenta tanto un personaje peculiar e intrigante, como una situación de lo más curiosa que, aunque vista mil veces (el hecho de la huida de Gromit), hace aumentar el interés del espectador por cuales serán los siguientes pasos entorno a ese tecno-pantalón y a la misteriosa figura que se cierne sobre las tranquilas actividades de nuestros amigos.
Tras ello, y sin más que ofrecer en cuanto a prólogo se refiere, se nos introduce en un relato brillante, donde no sólo abundan las ideas y guiños, sino también la garra de una historia bien construida y dosificada que, por si fuera poco, deja para la conclusión una de esas alocadas e imaginativas persecuciones que, desde "Los pantalones equivocados", harían aparición en prácticamente cada una de las aventuras de esta pareja.

Finalmente, a uno no le queda otro remedio, tenga la edad que tenga, que rendirse ante la enormidad de Wallace & Gromit, disfrutar como si fuera el último de cada uno de sus maravillosamente confabulados momentos, de las meteduras de pata que hacen de Wallace ese bobalicón entrañable, de la gestualidad de Gromit que, sin necesidad de un sólo diálogo es capaz de hacer que a cualquiera se le escape una socarrona sonrisa y de la genialidad del tipo que les creó que, lejos de caer en declive, sabría reinventar una fórmula cada vez más efectiva y efervescente, y lograría deleitarnos incluso con uno de los más fantásticos largometrajes de animación de los últimos años.
Grandine
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