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Voto de Ferdydurke:
7
2013
6,2
196
Documental
Una mirada sin precedentes al mundo privado de J.D. Salinger, solitario autor de "El guardián entre el centeno". (FILMAFFINITY)
26 de febrero de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El creador de una de las obras literarias más importantes y famosas del siglo veinte. Uno de los mayores mitos. Un gigante del escapismo. Un gurú y un ogro.
Murió a los noventa y uno, hace cinco años, y durante unos cincuenta no publicó. Se espera, se desea, se cree que todo ese tiempo siguió escribiendo, incansablemente, y que en un futuro (muy) cercano podremos ver/leer esos escritos.
El documental es muy interesante. Da mucha información y es bastante completo. No profundiza demasiado, pero muestra un generoso perfil del extraño personaje. Peca de cierta superficialidad y de un tono frívolo/cotilla, con cambios de ritmo o aire un tanto bruscos, con subidas de volumen que no pegan y que casi parecen más propias de un anuncio o un tráiler (se publicó también una biografía con el mismo material y el mismo autor), pero aborda al escritor desde muchos puntos de vista, con muchas entrevistas y sin caer en los extremos, ni demasiado hagiográfico ni demasiado ácido.
El retrato sería el siguiente. Hombre extremadamente inteligente y culto vive una experiencia atroz (el año de combate bélico) que le marca a fuego. Es arrogante y seguro de sí mismo, pero queda tocado, frágil, desencantado. Al tener un éxito literario tan grande, se ve expuesto, perseguido, exhibido, se siente como un mono de feria y huye para recuperar su vida. Se convierte en un obseso del control, en un neurótico (como él mismo reconoce) de manual, en un pequeño paranoico. Crea un búnker para poder escribir tranquilo y escapar de la gente (de su mujer y sus hijos especialmente, que durante largas temporadas casi ni le ven). Se vuelve hosco y desabrido.
Por otro lado, se dedica durante toda su vida de adulto a buscar jovencitas (recién llegadas o salidas de la adolescencia) con las que poder hablar, flirtear, tener sexo y, en algunos casos, hasta compartir su vida o casarse. Las ve susceptibles de adaptarse a sus exigencias monacales y de aislamiento, fascinadas ante su figura deslumbrante de gran hombre de las letras norteamericanas. La inocencia de ellas, el que la madurez no les haya manchado todavía con la carga inevitable de cálculo y retorcimiento que acarrea, le atrae, la posibilidad de moldearlas a su gusto.
Y será, según testimonios cercanos (los más llamativos quizás sean los libros publicados por su hija -"El guardián de los sueños", de Margaret A. Salinger- y por su amiga/amante durante un tiempo -"Mi verdad", de Joyce Maynard; dos textos interesantes, con sus más, caída del mito que ejemplifica la pureza, y sus menos, caída en el morbo previsible), un monstruo de egoísmo, de ensimismamiento narcisista; incapaz de amar de verdad, de querer a sus hijos, a nadie. Creará un refugio del mundo en el que será un pequeño tirano, un lugar a su medida, sin interferencias, con sus películas, sus libros y las pocas personas imprescindibles. La guerra aumentó su desconfianza en el género humano, la inteligencia y el éxito, la necesidad de defenderse de los demás y dominarlos. Sería una mezcla de genio y don nadie, de ser superior y tipo dañado, capaz de escribir como nadie y al mismo tiempo un hombre que experimentó la versión más baja de sí mismo, el miedo a la muerte como paralizador y reflejo espantoso de lo poco que somos y lo feo que puede llegar a ser o a ponerse todo.
Su obra. "Holden soy yo", podría haber dicho perfectamente. Libro autobiográfico, ficción más memoria, en el que crea un personaje inmortal: histéricamente individualista e hipersensible, tremendamente moralista e idealista, inadaptado y asqueado ante la esencial mentira y fealdad del mundo que encuentra esperanza y paz únicamente en la infancia, en lo no concretado, en lo todavía puro, sin contaminar. Una gran inteligencia y una enorme capacidad para observar las miserias y contradicciones de la gente, sus cutres trampas, su hipocresía y falta de autenticidad que acaba derivando en una queja constante, en un solipsismo adolescente y egoísta. Con una prosa fabulosa, sencilla, lúcida y llena de descubrimientos psicológicos, repleta de opiniones sobre todo y sobre todos, como una especie de baremo, como un juez supremo que se pasa la vida evaluando, juzgando lo que está bien y lo que está mal, con una destreza inaudita para desentrañar las bajezas y ruindades de los demás, como si fuesen afrentas contra su pureza; una mirada penetrante y maniquea, sabia e infantil, con el voraz idealismo de la inmadurez y todo su desarreglo, un romanticismo enfermizo y lírico, un peterpanismo crispado y sin salida.
Murió a los noventa y uno, hace cinco años, y durante unos cincuenta no publicó. Se espera, se desea, se cree que todo ese tiempo siguió escribiendo, incansablemente, y que en un futuro (muy) cercano podremos ver/leer esos escritos.
El documental es muy interesante. Da mucha información y es bastante completo. No profundiza demasiado, pero muestra un generoso perfil del extraño personaje. Peca de cierta superficialidad y de un tono frívolo/cotilla, con cambios de ritmo o aire un tanto bruscos, con subidas de volumen que no pegan y que casi parecen más propias de un anuncio o un tráiler (se publicó también una biografía con el mismo material y el mismo autor), pero aborda al escritor desde muchos puntos de vista, con muchas entrevistas y sin caer en los extremos, ni demasiado hagiográfico ni demasiado ácido.
El retrato sería el siguiente. Hombre extremadamente inteligente y culto vive una experiencia atroz (el año de combate bélico) que le marca a fuego. Es arrogante y seguro de sí mismo, pero queda tocado, frágil, desencantado. Al tener un éxito literario tan grande, se ve expuesto, perseguido, exhibido, se siente como un mono de feria y huye para recuperar su vida. Se convierte en un obseso del control, en un neurótico (como él mismo reconoce) de manual, en un pequeño paranoico. Crea un búnker para poder escribir tranquilo y escapar de la gente (de su mujer y sus hijos especialmente, que durante largas temporadas casi ni le ven). Se vuelve hosco y desabrido.
Por otro lado, se dedica durante toda su vida de adulto a buscar jovencitas (recién llegadas o salidas de la adolescencia) con las que poder hablar, flirtear, tener sexo y, en algunos casos, hasta compartir su vida o casarse. Las ve susceptibles de adaptarse a sus exigencias monacales y de aislamiento, fascinadas ante su figura deslumbrante de gran hombre de las letras norteamericanas. La inocencia de ellas, el que la madurez no les haya manchado todavía con la carga inevitable de cálculo y retorcimiento que acarrea, le atrae, la posibilidad de moldearlas a su gusto.
Y será, según testimonios cercanos (los más llamativos quizás sean los libros publicados por su hija -"El guardián de los sueños", de Margaret A. Salinger- y por su amiga/amante durante un tiempo -"Mi verdad", de Joyce Maynard; dos textos interesantes, con sus más, caída del mito que ejemplifica la pureza, y sus menos, caída en el morbo previsible), un monstruo de egoísmo, de ensimismamiento narcisista; incapaz de amar de verdad, de querer a sus hijos, a nadie. Creará un refugio del mundo en el que será un pequeño tirano, un lugar a su medida, sin interferencias, con sus películas, sus libros y las pocas personas imprescindibles. La guerra aumentó su desconfianza en el género humano, la inteligencia y el éxito, la necesidad de defenderse de los demás y dominarlos. Sería una mezcla de genio y don nadie, de ser superior y tipo dañado, capaz de escribir como nadie y al mismo tiempo un hombre que experimentó la versión más baja de sí mismo, el miedo a la muerte como paralizador y reflejo espantoso de lo poco que somos y lo feo que puede llegar a ser o a ponerse todo.
Su obra. "Holden soy yo", podría haber dicho perfectamente. Libro autobiográfico, ficción más memoria, en el que crea un personaje inmortal: histéricamente individualista e hipersensible, tremendamente moralista e idealista, inadaptado y asqueado ante la esencial mentira y fealdad del mundo que encuentra esperanza y paz únicamente en la infancia, en lo no concretado, en lo todavía puro, sin contaminar. Una gran inteligencia y una enorme capacidad para observar las miserias y contradicciones de la gente, sus cutres trampas, su hipocresía y falta de autenticidad que acaba derivando en una queja constante, en un solipsismo adolescente y egoísta. Con una prosa fabulosa, sencilla, lúcida y llena de descubrimientos psicológicos, repleta de opiniones sobre todo y sobre todos, como una especie de baremo, como un juez supremo que se pasa la vida evaluando, juzgando lo que está bien y lo que está mal, con una destreza inaudita para desentrañar las bajezas y ruindades de los demás, como si fuesen afrentas contra su pureza; una mirada penetrante y maniquea, sabia e infantil, con el voraz idealismo de la inmadurez y todo su desarreglo, un romanticismo enfermizo y lírico, un peterpanismo crispado y sin salida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Aludió a esa parte que todos tenemos, la de considerarnos heridos por el mundo, injustamente tratados e incomprendidos, la sensación de que todo es una farsa, de que las cosas no son como nos habían prometido, de que nadie es de verdad y que mejor sería, casi, no haber crecido. La reivindicación de la niñez, de la sinceridad y la ingenuidad. Y por todo ello se convirtió en una especie de santón, de sabio venerable al que ir a visitar para encontrar verdad y consuelo, como los peregrinos de una religión en su camino hacia la luz o la meca. Y, como bien les decía, él solo era un escritor de ficción, no un iluminado ni un eremita, aunque sus textos y sus acciones rozaran/tocaran ese ámbito "místico" tan ambiguo y generoso, mundo de trasuntos, tan lleno de tunantes y sinvergüenzas, ávidos de aprovecharse de tanto desesperado; la famosa autoayuda en sus muchas formas y maneras.
Este libro también sirvió para alentar los delirios de varios chalados que lo utilizaron como coartada, como justificación de su locura y estupidez; el caso más famoso es el del asesino de Lennon, un obsesivo lector de Salinger que, según explicó posteriormente, se había inspirado en Holden para cometer semejante barbaridad sin sentido (sin olvidar el intento frustrado de asesinar a Reagan por otro tipo obsesionado con esa obra). Se sentían identificados en su depresión, diferencia y desprecio del mundo, en toda su ira y gran dolor.
En las siguientes obras, con la insistencia en la familia Glass, incidirá en la creación de personajes superdotados y repugnados ante la vulgaridad e idiotez del mundo. Una familia que será la extensión de su visión; un reflejo hasta el delirio repetitivo de él mismo. Un mirarse al espejo hasta el infinito, en un juego de ecos ciegos y autorreferenciales.
Judío nacido en una familia adinerada, con padre industrial quesero y madre católica convertida al judaísmo. Expulsado de varios colegios, su padre lo manda a una academia militar para enderezarlo. Desde muy joven quiere ser escritor y publicar en el New Yorker (la revista literaria norteamericana más prestigiosa), pero es rechazado varias veces. Se enamora de la hija del famoso dramaturgo Eugene O`Neal, Oona. Llega la Segunda Guerra Mundial y se quiere alistar. Al principio lo rechazan, insiste, y sí. Participa en el desembarco de Normandía y pasa las de Caín durante un año, viviendo el horror de primera mano, el miedo constante y la cobardía cotidiana como formas de supervivencia. Pero podrá disfrutar de la entrada triunfal en París y conocer a su ídolo Hemingway. Oona se casa con Chaplin y él con una joven nazi. Pasa una crisis nerviosa y vuelve a casa. Se separa de la alemana y vuelve a la escritura con ahínco. Después de algún problema y bastantes reticencias, consigue publicar "El guardián entre el centeno". Triunfa a lo bestia y huye a las montañas. Allí pasa medio siglo. Se casa varias veces y se esconde de los medios y los curiosos. Pelea ferozmente por su anonimato y, supuestamente, sigue escribiendo. Tiene hijos y amantes. Se hace viejo y el mito aumenta.
P.D.: Se pueden ver las huellas de Salinger en muchos aspectos de la cultura actual y en muchos autores. Por ejemplo, en Spike Jonze y en Wes Anderson, pequeños genios de una gran sensibilidad, inmadura y maravillosa, delicados creadores de mundos en miniatura que sirven de escudo ante el mundo real. O más claramente en dos películas que yo recuerde, "El coleccionista", de William Wyler, y "Seis grados de separación", con Will Smith.
P.D. 2: Su retiro y silencio ha provocado que durante estos largos años hayamos tenido la versión de los otros, claramente parcial e interesada. Motivo por el cual sería todavía más interesante y necesario conocer la otra parte, la suya, qué pensaba él de todo, saber cómo evolucionó su escritura, el único modo de expresión al que ya solo podemos tener acceso.
Este libro también sirvió para alentar los delirios de varios chalados que lo utilizaron como coartada, como justificación de su locura y estupidez; el caso más famoso es el del asesino de Lennon, un obsesivo lector de Salinger que, según explicó posteriormente, se había inspirado en Holden para cometer semejante barbaridad sin sentido (sin olvidar el intento frustrado de asesinar a Reagan por otro tipo obsesionado con esa obra). Se sentían identificados en su depresión, diferencia y desprecio del mundo, en toda su ira y gran dolor.
En las siguientes obras, con la insistencia en la familia Glass, incidirá en la creación de personajes superdotados y repugnados ante la vulgaridad e idiotez del mundo. Una familia que será la extensión de su visión; un reflejo hasta el delirio repetitivo de él mismo. Un mirarse al espejo hasta el infinito, en un juego de ecos ciegos y autorreferenciales.
Judío nacido en una familia adinerada, con padre industrial quesero y madre católica convertida al judaísmo. Expulsado de varios colegios, su padre lo manda a una academia militar para enderezarlo. Desde muy joven quiere ser escritor y publicar en el New Yorker (la revista literaria norteamericana más prestigiosa), pero es rechazado varias veces. Se enamora de la hija del famoso dramaturgo Eugene O`Neal, Oona. Llega la Segunda Guerra Mundial y se quiere alistar. Al principio lo rechazan, insiste, y sí. Participa en el desembarco de Normandía y pasa las de Caín durante un año, viviendo el horror de primera mano, el miedo constante y la cobardía cotidiana como formas de supervivencia. Pero podrá disfrutar de la entrada triunfal en París y conocer a su ídolo Hemingway. Oona se casa con Chaplin y él con una joven nazi. Pasa una crisis nerviosa y vuelve a casa. Se separa de la alemana y vuelve a la escritura con ahínco. Después de algún problema y bastantes reticencias, consigue publicar "El guardián entre el centeno". Triunfa a lo bestia y huye a las montañas. Allí pasa medio siglo. Se casa varias veces y se esconde de los medios y los curiosos. Pelea ferozmente por su anonimato y, supuestamente, sigue escribiendo. Tiene hijos y amantes. Se hace viejo y el mito aumenta.
P.D.: Se pueden ver las huellas de Salinger en muchos aspectos de la cultura actual y en muchos autores. Por ejemplo, en Spike Jonze y en Wes Anderson, pequeños genios de una gran sensibilidad, inmadura y maravillosa, delicados creadores de mundos en miniatura que sirven de escudo ante el mundo real. O más claramente en dos películas que yo recuerde, "El coleccionista", de William Wyler, y "Seis grados de separación", con Will Smith.
P.D. 2: Su retiro y silencio ha provocado que durante estos largos años hayamos tenido la versión de los otros, claramente parcial e interesada. Motivo por el cual sería todavía más interesante y necesario conocer la otra parte, la suya, qué pensaba él de todo, saber cómo evolucionó su escritura, el único modo de expresión al que ya solo podemos tener acceso.