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Voto de Ferdydurke:
6
7,2
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Drama
Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardiacos, Daniel Blake, carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a la asistencia social. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En la oficina de empleo, Daniel se cruza con Katie, una madre soltera con dos niños. Prisioneros de la maraña administrativa actual de Gran ... [+]
9 de noviembre de 2016
97 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tesis es clara, meridiana. En el mundo actual hay mucha gente que sobra pero a la que no se puede matar directamente, no se atreven a tanto, todavía, todo se andará, por lo tanto, mientras se van muriendo y quejando, el estado se encuentra con un gran problema, qué cojones hacer con ellos, cómo pararles los pies, de qué manera entretenerlos y confundirlos, parecer que nos preocupamos por ellos y que los atendemos.
Ahí es cuando aparece el fenómeno burocrático, todo el monstruoso entramado de las conocidas como sociedades avanzadas o del bienestar, dícese del tinglado espantoso formado por asistencia social, oficinas de empleo, cursos, subsidios, paro, pleitos, apelaciones y demás papeleo limosnero (se trata de soltar lo mínimo posible y que esa cantidad paupérrima sea conseguida al precio de variadas vejaciones y penalidades. La humillación y la farsa como ingredientes fundamentales del espectáculo de la caridad estatal; te tratan como a ganado y te obligan a hacer un papel que nadie se cree, ni tú ni ellos. Mil formas de persuasión, trabas y obstáculos constantes de apariencia inofensiva y de crueldad inusitada. El mensaje es claro, te vamos a dar poco y ese poco lo vas a tener que pagar con sangre, a fuerza de vergüenza), eufemismos de algo que no suena tan bien, es decir, barricadas, ejércitos que separan los dos lados, el de los que defienden sus privilegios frente a los que nada cuentan, y en medio esos soldados en tierra de nadie, en la frontera, que por cuatro buenos duros (y mucha suerte que tienen) protegen el fuerte de los posibles invasores, por lo menos los marean, aturden y desesperan. Mano de obra que hace el trabajo sucio del poder. Ahí está una de las paradojas: todo ese chiringuito en realidad no ayuda a la pobre gente en lo esencial (son hipócritas parches en heridas sin remedio), no les da o busca trabajo (remedos en el mejor de los casos), justo al contrario, sirve para emplearse ellos mismos, aquellos que dan la cara ante los pobres.
¿Y de dónde salen esas muchedumbres de quejosos ciudadanos que se agolpan o amontonan en esas oficinas esperando un turno que se eterniza? ¿Por qué?
Pues son la materia sobrante (antes se montaban guerras que solucionaban el problema de manera limpia y eficaz, de raíz, la carne de cañón era eliminada y después, mientras se reconstruía, había trabajo para todo el mundo), formada por aquellos que no dan la talla, ya sea por incompetencia, enfermedad, mucha edad, inexperiencia, debilidad o muchas cosas más que vienen de mismo origen, nacieron en el lado equivocado y en el tiempo pernicioso, aquel que considera que el trabajo no es un derecho o un deber, ni siquiera una necesidad de reciprocidad en la que participamos todos aportando nuestro granito de arena, ni mucho menos algo a lo que obliga el sentido común si se quiere tener una sociedad justa y sana, no, nada de eso, se ha convertido, o así nos lo venden cada minuto de cada día, en un bien precioso y muy escaso, oro puro, maná caído del cielo, milagro, aventura, lotería y maravilla, por eso se pasan los buenos ratos muertos hablando de la famosa "creación de empleo", porque consideran que hay que inventarlo, que no existe, que hay que crearlo de la nada, sacarlo de algún sitio misterioso, de donde cojones se haya metido o escondido, arrancárselo a la tierra o al mismo Dios ya que no se conoce su real paradero, entelequia o sueño. Todo ello acarrea consecuencias denigrantes, por ejemplo, la consideración del trabajo como un favor, pura compasión, que te hacen los gerifaltes para que no te mueras, por pena, y que por ello debes agradecer o suplicar por él, por su alucinante presencia, además de aceptar por cochambroso que sea o muy poco que te paguen a cambio; y por otro lado deriva en la sensación cierta, de ahí la necesidad, la inevitabilidad, el interés por mantener siempre una hermosa cantidad de parados (es mentira que quieran erradicar el paro), de competencia general, el todos contra todos en la búsqueda del trabajo perdido, la potenciación del sálvese quien pueda, la selva laboral, a ver quién acepta algo peor (y ahí aparecen los emigrantes como factor de cierre de la serie, atraídos por las empresas que buscan beneficios a cualquier precio y en colaboración con los políticos son expoliados ya que saben que ellos están en peores condiciones todavía, más necesitados, se van a quejar menos y se puede abusar más de ellos, con lo que se demuestra fehacientemente que no interesa acabar con la falta de trabajo, si así fuera se daría a los primeros que lo piden o necesitan, no a los últimos o que menos exigen, sino que solo les importa el mayor beneficio por el menor coste, caiga quien caiga).
Ya tenemos el cuadro completo. Privilegiados, barricadas o murallas (servicios sociales) y pobre gente + inmigrantes (doblemente desvalidos).
Este es el contexto en el que se sitúa esta película. Impecable y admirable ejercicio de lucidez respecto de un asunto cotidiano, vergonzoso y tan decisivo.
El siguiente paso es preguntar por la dramatización de estos presupuestos. Y aquí viene lo malo ya que es tosca, rudimentaria, plana, previsible, muy simplona y poco trabajada.
Los personajes son meros peleles sin sustancia ni carne, arquetipos utilizados arbitraria y torpemente por un guionista que según avanza la historia más demuestra que no le importan nada sus andanzas salvo como percha de las ideas que se quieren exponer. Lo cual, en mi opinión, es un craso error, les hace un flaco favor al quitarles sentido como seres humanos de ficción ya que la parte dramática se resiente y carece de credibilidad, con lo que la pertinente carga ideológica también se ve afectada y debilitada, pierde fuerza; a mayor simpleza, menor eficacia.
(Sigo en el spoiler por falta de espacio)
Ahí es cuando aparece el fenómeno burocrático, todo el monstruoso entramado de las conocidas como sociedades avanzadas o del bienestar, dícese del tinglado espantoso formado por asistencia social, oficinas de empleo, cursos, subsidios, paro, pleitos, apelaciones y demás papeleo limosnero (se trata de soltar lo mínimo posible y que esa cantidad paupérrima sea conseguida al precio de variadas vejaciones y penalidades. La humillación y la farsa como ingredientes fundamentales del espectáculo de la caridad estatal; te tratan como a ganado y te obligan a hacer un papel que nadie se cree, ni tú ni ellos. Mil formas de persuasión, trabas y obstáculos constantes de apariencia inofensiva y de crueldad inusitada. El mensaje es claro, te vamos a dar poco y ese poco lo vas a tener que pagar con sangre, a fuerza de vergüenza), eufemismos de algo que no suena tan bien, es decir, barricadas, ejércitos que separan los dos lados, el de los que defienden sus privilegios frente a los que nada cuentan, y en medio esos soldados en tierra de nadie, en la frontera, que por cuatro buenos duros (y mucha suerte que tienen) protegen el fuerte de los posibles invasores, por lo menos los marean, aturden y desesperan. Mano de obra que hace el trabajo sucio del poder. Ahí está una de las paradojas: todo ese chiringuito en realidad no ayuda a la pobre gente en lo esencial (son hipócritas parches en heridas sin remedio), no les da o busca trabajo (remedos en el mejor de los casos), justo al contrario, sirve para emplearse ellos mismos, aquellos que dan la cara ante los pobres.
¿Y de dónde salen esas muchedumbres de quejosos ciudadanos que se agolpan o amontonan en esas oficinas esperando un turno que se eterniza? ¿Por qué?
Pues son la materia sobrante (antes se montaban guerras que solucionaban el problema de manera limpia y eficaz, de raíz, la carne de cañón era eliminada y después, mientras se reconstruía, había trabajo para todo el mundo), formada por aquellos que no dan la talla, ya sea por incompetencia, enfermedad, mucha edad, inexperiencia, debilidad o muchas cosas más que vienen de mismo origen, nacieron en el lado equivocado y en el tiempo pernicioso, aquel que considera que el trabajo no es un derecho o un deber, ni siquiera una necesidad de reciprocidad en la que participamos todos aportando nuestro granito de arena, ni mucho menos algo a lo que obliga el sentido común si se quiere tener una sociedad justa y sana, no, nada de eso, se ha convertido, o así nos lo venden cada minuto de cada día, en un bien precioso y muy escaso, oro puro, maná caído del cielo, milagro, aventura, lotería y maravilla, por eso se pasan los buenos ratos muertos hablando de la famosa "creación de empleo", porque consideran que hay que inventarlo, que no existe, que hay que crearlo de la nada, sacarlo de algún sitio misterioso, de donde cojones se haya metido o escondido, arrancárselo a la tierra o al mismo Dios ya que no se conoce su real paradero, entelequia o sueño. Todo ello acarrea consecuencias denigrantes, por ejemplo, la consideración del trabajo como un favor, pura compasión, que te hacen los gerifaltes para que no te mueras, por pena, y que por ello debes agradecer o suplicar por él, por su alucinante presencia, además de aceptar por cochambroso que sea o muy poco que te paguen a cambio; y por otro lado deriva en la sensación cierta, de ahí la necesidad, la inevitabilidad, el interés por mantener siempre una hermosa cantidad de parados (es mentira que quieran erradicar el paro), de competencia general, el todos contra todos en la búsqueda del trabajo perdido, la potenciación del sálvese quien pueda, la selva laboral, a ver quién acepta algo peor (y ahí aparecen los emigrantes como factor de cierre de la serie, atraídos por las empresas que buscan beneficios a cualquier precio y en colaboración con los políticos son expoliados ya que saben que ellos están en peores condiciones todavía, más necesitados, se van a quejar menos y se puede abusar más de ellos, con lo que se demuestra fehacientemente que no interesa acabar con la falta de trabajo, si así fuera se daría a los primeros que lo piden o necesitan, no a los últimos o que menos exigen, sino que solo les importa el mayor beneficio por el menor coste, caiga quien caiga).
Ya tenemos el cuadro completo. Privilegiados, barricadas o murallas (servicios sociales) y pobre gente + inmigrantes (doblemente desvalidos).
Este es el contexto en el que se sitúa esta película. Impecable y admirable ejercicio de lucidez respecto de un asunto cotidiano, vergonzoso y tan decisivo.
El siguiente paso es preguntar por la dramatización de estos presupuestos. Y aquí viene lo malo ya que es tosca, rudimentaria, plana, previsible, muy simplona y poco trabajada.
Los personajes son meros peleles sin sustancia ni carne, arquetipos utilizados arbitraria y torpemente por un guionista que según avanza la historia más demuestra que no le importan nada sus andanzas salvo como percha de las ideas que se quieren exponer. Lo cual, en mi opinión, es un craso error, les hace un flaco favor al quitarles sentido como seres humanos de ficción ya que la parte dramática se resiente y carece de credibilidad, con lo que la pertinente carga ideológica también se ve afectada y debilitada, pierde fuerza; a mayor simpleza, menor eficacia.
(Sigo en el spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La duda es el porqué de esta falla, caben varias posibilidades:
a) No se fían del espectador y se lo quieren dar todo muy masticado para que no se atragante, como papilla de bebé. De ahí que aligeren todo lo que pueden y más.
b) Creen que si humanizan a sus personajes, estos pueden tener comportamientos poco edificantes y crear de ese modo confusión en el espectador y hasta cuestionar la tesis de la película. Por eso hay que presentarles como seres bondadosos, ingenuos y, casi de tan buenos, alelados, puras víctimas, santos inocentes, marionetas, criaturas caídas del cielo. Él casi parece salido de una película de Eastwood, ¿" Gran Torino"?, esos viejos gruñones con un corazón que no les cabe en el pecho y que se convierten en Quijotes urbanos por quítame allá esas pajas. Ella y sus niños ni siquiera, son movidos al albur del guion, simples excusas para que avance la trama y se afiance la tesis.
c) No saben crear personajes complejos y ricos en matices, creíbles y verosímiles, de muchas capas y contradicciones llenos. No es fácil, hay poco tiempo y no lo hacen bien.
Bueno. De acuerdo con lo que aquí se propone o plantea. No se suele contar y se agradece. Decepcionado con la narración y construcción de personajes. El resultado es agridulce, una de cal y otra de arena. Un ni fu ni fa que alimenta y da calor pero no acaba de quitar el hambre y el frío.
Al final se les ve mucho el plumero. Me refiero a ciertas escenas o situaciones un poco cutres. Por ejemplo:
- Ella se pasa el día fuera de casa se supone que buscando trabajo, montones de horas durante las que él cuida a los niños. Pasa el tiempo y nada, ni de limpiadora ni nada de nada. Puede ser, pero hay desproporción entre el mucho rato que se ausenta de casa y las (casi) nulas explicaciones que se nos dan al respecto. Parece recurso forzado para justificar que él pase tanto tiempo con los niños.
- Él se entera de que ella se ha vuelto "señorita de compañía" (otro "truco" muy usado en estos casos, atajo narrativo que sirve para todo) por un sobre que a ella se le cae... tan casualmente. ¿No había otra forma un poco más sutil y creíble de mostrarlo? Pensarán que da igual. Pues no.
- Él, para aclarar la situación, va a donde ella ejerce. ¿No había podido elegir otro lugar o momento? ¿Pero tan burro es el elemento?
- Los niños utilizados como gancho de izquierdas en la cara del espectador, si así no se conmueve, debe ser de piedra, supongo que se dirán.
- La simpática pintada del protagonista. Vale, ¿pero no se recrean un poco demasiado con la gracieta, no la subrayan un tanto? Casi parecía partido de fútbol.
- El infarto definitivo justo en el momento preciso, claro que sí. Sabíamos que le había dado un achuchón o parraque, que ese era el motivo de su baja, bien, pero después nada vimos de las consecuencias de esa debilidad, al contrario, se pasó la película de acá para allá hecho un torete, con más fuerza y vitalidad que un atleta olímpico y de repente...
- La lectura final en el funeral. No era necesario insistir otra vez en lo mismo.
a) No se fían del espectador y se lo quieren dar todo muy masticado para que no se atragante, como papilla de bebé. De ahí que aligeren todo lo que pueden y más.
b) Creen que si humanizan a sus personajes, estos pueden tener comportamientos poco edificantes y crear de ese modo confusión en el espectador y hasta cuestionar la tesis de la película. Por eso hay que presentarles como seres bondadosos, ingenuos y, casi de tan buenos, alelados, puras víctimas, santos inocentes, marionetas, criaturas caídas del cielo. Él casi parece salido de una película de Eastwood, ¿" Gran Torino"?, esos viejos gruñones con un corazón que no les cabe en el pecho y que se convierten en Quijotes urbanos por quítame allá esas pajas. Ella y sus niños ni siquiera, son movidos al albur del guion, simples excusas para que avance la trama y se afiance la tesis.
c) No saben crear personajes complejos y ricos en matices, creíbles y verosímiles, de muchas capas y contradicciones llenos. No es fácil, hay poco tiempo y no lo hacen bien.
Bueno. De acuerdo con lo que aquí se propone o plantea. No se suele contar y se agradece. Decepcionado con la narración y construcción de personajes. El resultado es agridulce, una de cal y otra de arena. Un ni fu ni fa que alimenta y da calor pero no acaba de quitar el hambre y el frío.
Al final se les ve mucho el plumero. Me refiero a ciertas escenas o situaciones un poco cutres. Por ejemplo:
- Ella se pasa el día fuera de casa se supone que buscando trabajo, montones de horas durante las que él cuida a los niños. Pasa el tiempo y nada, ni de limpiadora ni nada de nada. Puede ser, pero hay desproporción entre el mucho rato que se ausenta de casa y las (casi) nulas explicaciones que se nos dan al respecto. Parece recurso forzado para justificar que él pase tanto tiempo con los niños.
- Él se entera de que ella se ha vuelto "señorita de compañía" (otro "truco" muy usado en estos casos, atajo narrativo que sirve para todo) por un sobre que a ella se le cae... tan casualmente. ¿No había otra forma un poco más sutil y creíble de mostrarlo? Pensarán que da igual. Pues no.
- Él, para aclarar la situación, va a donde ella ejerce. ¿No había podido elegir otro lugar o momento? ¿Pero tan burro es el elemento?
- Los niños utilizados como gancho de izquierdas en la cara del espectador, si así no se conmueve, debe ser de piedra, supongo que se dirán.
- La simpática pintada del protagonista. Vale, ¿pero no se recrean un poco demasiado con la gracieta, no la subrayan un tanto? Casi parecía partido de fútbol.
- El infarto definitivo justo en el momento preciso, claro que sí. Sabíamos que le había dado un achuchón o parraque, que ese era el motivo de su baja, bien, pero después nada vimos de las consecuencias de esa debilidad, al contrario, se pasó la película de acá para allá hecho un torete, con más fuerza y vitalidad que un atleta olímpico y de repente...
- La lectura final en el funeral. No era necesario insistir otra vez en lo mismo.