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España España · Madrid
Voto de Áralan:
3
Drama Una niña de 6 años y sus amigos pasan el verano en un pequeño motel muy próximo a Disneyworld, mientras sus padres y el resto de adultos que les rodean sufren aún los efectos de la crisis. (FILMAFFINITY)

31 de diciembre de 2017
101 de 186 usuarios han encontrado esta crítica útil
A los dos minutos de película, te presentan a dos niños tan despreciables que te dan ganas de... llamarles de todo menos bonitos. Se entienden las travesuras, no que llamen "gorda y puta" a alguien unos niñatos que no levantan dos palmos del suelo.
Pero sigues viendo la película porque te imaginas lo que viene después. Lo que va a ser la moraleja. Deseas que no se confirme. ¡Joé!, después de todo, tiene buena nota en todas partes. No puede ser tan obvia. ¿No?
A los diez minutos, esas ansias de llamarles de todo menos bonitos se acentúan. Pero sigues esperando por si acaso te sorprenden.
A los veinte minutos, esa sensación se transmite a la madre... o lo que sea eso. Los temores de la moraleja se van fundando.
A los treinta, ciertas actitudes inquisitoriales se te vienen a la cabeza. Lo están consiguiendo: ya odias a la madre y la hija, incluso a pesar de las escenas con juegos. Bravo por el guion (o su ausencia, porque apenas hay. El 50% está improvisado... y se nota) y por la dirección que consiguen lo que se proponían.
¿Pero se confirmarán las obvias intenciones de Sean Baker?

A los cuarenta, le obvia moraleja queda clara: de tal palo, tal astilla.
Horror.

A la hora, empiezan las tomas repetitivas de la miseria moral de la madre, que está contagiando a su hija, y de los juegos de los niños. Y empieza a aburrir. Como el director también se da cuenta de que está agotando los recursos, decide solucionarlo embutiendo frases en la boca de la niña que de ningún modo una niña de esa edad podría construir: "me encanta ese árbol porque siguió creciendo después de caer" y colocándola en una casa que sueña que es suya. Y que acaba ardiendo. Como dijo Kevin Costner en JFK: "tan sutil como una cucaracha sobre la nieve". Lo intenta solucionar también abriendo cuadro al mundo adulto: la conversación en la piscina que doña top-less, del mannager con el trabajador, la lucha entre madres... Pero todo se siente ya forzado, repetitivo una vez más.
A partir de ahí, la película cae en picado porque no sabe contar otra cosa, solo reincidir en lo mismo. Una, otra y otra vez.
Y todo se vuelve un desastre.
Y como se da cuenta, pues entonces metemos un poco de drama al final. ¿Pero sabes por qué no es drama? Porque estás deseando que ocurra eso. Y, por tanto, más que emocionarte, solo dices "¡ya era hora!". Sin emoción.

Lo que empezó siendo una original visión subjetiva del mundo a los ojos de la niña, se destruye a lo largo de los siguientes cincuenta minutos. Solo sientes repetición, repetición, hastío y repetición de nuevo.

Lo que comenzó siendo una muy buena antítesis de mundo adulto triste vs mundo infantil alegre, te empieza a dar igual. Porque aunque comprendes a la niña, ya no la soportas. Das gracias a todo cuando llegan quienes llegan a la puerta. Eso sí, como buen estadounidense amante de la familia a pesar de todo que debe de ser el director... el amor. ¡Ay, el amor! Pero como en muchos casos es cierto, se lo compro. Vale, venga.

Lo que era una buena idea, reflejar la miseria moral y la supervivencia en un mundo despiadado de ricos/pobres, se lo carga el propio director al mostrar que la mayor parte de los que están en esa situación en el motel no optan por lo que hace esa madre. Se carga su propia idea de base. ¡Olé!

Así que lo mejor de esta película es la excepcional interpretación que hace la niña acompañada de un más que correcto Williem Dafoe y una estupenda madre (a la que odias), lo bien que muestra el mundo infantil y sus juegos y la escena que da cierre al film desde que rompe a llorar en la puerta de su amiga hasta que acaba donde acaba.
Una metáfora muy lograda.
¡Chapeau! Y esto sí lo digo en serio.

Esta película habría sido un cortometraje fabuloso. Le sobra al menos una hora de metraje. Y hubiera estado de cine. Literalmente.

Lamentablemente, alguien decidió que era un excelente idea hacer un largometraje. Y el resultado es The Florida Project.

Pero ¡ey!, la crítica la pone por las nubes. Y el público, por lo que veo.
Así que el equivocado debo de ser yo.
Otra vez.
Áralan
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