A partir del año 2000 y con la notoriedad que obtuvo “Amores Perros” e “Y tu mamá también” el incremento en las producciones mexicanas fue inminente, apostando a guiones diversificados que tratan de abandonar la solemnidad con la que eran tratados algunos temas recurrentes en la filmografía actual de nuestro país. Es así que Nicotina, sin abandonar por completo la delincuencia como tópico central, ofrece otras posibilidades a través de la comedia negra, las coincidencias, adicciones y las aficiones.

Es una película repleta de casualidades que envuelven a un hacker, los vecinos de éste, dos delincuentes, dos matrimonios cada uno con un negocio diferente, así como la mafia rusa, todos marcados por las coincidencias en una ciudad de ritmo imparable, donde el guión de Martín Salinas no es tan descabellado como pareciera.

La dinámica trepidante de Nicotina atrapa de inicio al espectador, hilando cada escena, gracias a los descuidos, habilidades, impulsos y anhelos de cada personaje por la obtención de aquello que desean. Las secuencias acogen a cada figura, marcando de forma consistente la importancia que van obteniendo para el desarrollo de la trama, con muchos protagonistas se hace un recorrido por los deseos y aflicciones de gente común que vive una noche extraordinaria.

Hugo Rodríguez parte para la elección de sus protagonistas con Diego Luna, quien sin parecerme aún la alternativa más acertada, su interpretación es correcta, los pucheros y la inseguridad del personaje que siempre le reclamo en su trabajo suelen estar de acuerdo al requerimiento de Lolo. Para Carmen Madrid y Rosa Ma. Bianchi es un peldaño en su carrera que les permite seguir la evolución y poder permitirnos la apreciación de trabajos más elaborados en la pantalla grande. Rafael Inclán, después de que en sus inicios fuera figura central de un cine en decadencia reafirma su crecimiento como actor. Daniel Giménez Cacho y Jorge Zarate la experiencia garantizada.

Desde mi punto de vista es una película que no busca premios solo el entretenimiento de la gente que pagó un boleto en taquilla o la renta para llevársela a casa y pasar un rato agradable, riéndose de las putas coincidencias.

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