FA
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Voto de Coleccionista Visual:
8
Serie de TV. Drama. Comedia
Serie de TV (2011). 1 temporada. 120 episodios. Los Camacho son una familia conformada por cinco hombres solamente, el padre y sus cuatro hijos, todos dedicados a la práctica de la medicina. Un día las mujeres de cada uno de los Camacho deciden abandonarlos bajo diferentes circunstancias, todas agobiadas por el machismo imperante en la personalidad de cada uno. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acorde a nuestro tiempo, la productora independiente Argos Comunicación nuevamente se dispuso a indagar sobre conductas de género, su acepción e influencia en las relaciones humanas. Moisés Ortiz nos sitúa en el lado opuesto, después de su rotundo éxito, Las Aparicio, en el cual hubo temas relacionados con la mujer indispuesta a la sumisión, la complacencia y el autoengaño.
Con esta nueva propuesta, contrariamente los Ca-macho destapan el machismo infundado y como éste infiere en la ruptura de las relaciones establecidas, un problema latente, poco cuestionado y asumido con bastante ligereza. Sus guionistas dilucidan los aspectos psicológicos y sociales que abaten la supremacía del machismo, concibiéndolo como la primera debilidad del género. “El sexo débil” rechaza por completo la concepción de princesas con epílogo de ensueño; ellas y ellos mismos deberán afrontarse con lo recalcitrante de la postura machista, dejando ver claramente que la antítesis del príncipe azul.
Técnicamente hablando, la serie es afortunada en todos los aspectos. El elenco aunque de inicio cuestionable, se respalda con un Raúl Méndez (Dante Camacho) magnífico, natural, convincente; Adriana Parra (Silvia), con esta oportunidad marca una diferencia real en su carrera; Bianca Calderón (Aída) le da otro sentido a la amante, una mujer que siente, ávida de cariño y dispuesta a aceptar lo que contrae el compromiso con un hombre divorciado, así como el proceso de integración a un entorno ensombrecido por la primera esposa; y por último Arturo Ríos (Agustín) ese macho cínico que con un papel antagónico si te saca la carcajada ante tanto disparate. Cuatro personalidades que con el resto del reparto dan 120 capítulos más que interesantes.
Otro punto a considerar es la gran campaña publicitaria, es algo que no puedo omitir, debido a los recursos empleados para tratar de enganchar al público, todo a partir de la publicidad impresa y los spots televisivos, entre los que puedo citar sus grandes lemas:
“Si no dejamos de ser machos, seguiremos siendo el sexo débil” o bien
“Con el tiempo las mujeres perdemos la belleza; los hombres, el sentido común”
En lo gráfico un cartel central en el que podemos ver a Dante Camacho en posición fetal, postura que revela completa vulnerabilidad.
En México las productoras independientes se atreven a arriesgar y son las únicas capaces de generar polémica con campañas así de directas, que aluden al mensaje directamente.
"El sexo débil", no es como dicen algunos “periodistas”, la teleserie didáctica, es un trabajo comprometido con el espectador reflexivo, capaz de hilar su realidad con la ficción.
Para concluir: ¿A quién le interesa la comparación con su antecesora? Lo que al público debe interesarle es la historia, y aunque es una consecuencia de Las Aparicio, cada una tiene su estilo.
Con esta nueva propuesta, contrariamente los Ca-macho destapan el machismo infundado y como éste infiere en la ruptura de las relaciones establecidas, un problema latente, poco cuestionado y asumido con bastante ligereza. Sus guionistas dilucidan los aspectos psicológicos y sociales que abaten la supremacía del machismo, concibiéndolo como la primera debilidad del género. “El sexo débil” rechaza por completo la concepción de princesas con epílogo de ensueño; ellas y ellos mismos deberán afrontarse con lo recalcitrante de la postura machista, dejando ver claramente que la antítesis del príncipe azul.
Técnicamente hablando, la serie es afortunada en todos los aspectos. El elenco aunque de inicio cuestionable, se respalda con un Raúl Méndez (Dante Camacho) magnífico, natural, convincente; Adriana Parra (Silvia), con esta oportunidad marca una diferencia real en su carrera; Bianca Calderón (Aída) le da otro sentido a la amante, una mujer que siente, ávida de cariño y dispuesta a aceptar lo que contrae el compromiso con un hombre divorciado, así como el proceso de integración a un entorno ensombrecido por la primera esposa; y por último Arturo Ríos (Agustín) ese macho cínico que con un papel antagónico si te saca la carcajada ante tanto disparate. Cuatro personalidades que con el resto del reparto dan 120 capítulos más que interesantes.
Otro punto a considerar es la gran campaña publicitaria, es algo que no puedo omitir, debido a los recursos empleados para tratar de enganchar al público, todo a partir de la publicidad impresa y los spots televisivos, entre los que puedo citar sus grandes lemas:
“Si no dejamos de ser machos, seguiremos siendo el sexo débil” o bien
“Con el tiempo las mujeres perdemos la belleza; los hombres, el sentido común”
En lo gráfico un cartel central en el que podemos ver a Dante Camacho en posición fetal, postura que revela completa vulnerabilidad.
En México las productoras independientes se atreven a arriesgar y son las únicas capaces de generar polémica con campañas así de directas, que aluden al mensaje directamente.
"El sexo débil", no es como dicen algunos “periodistas”, la teleserie didáctica, es un trabajo comprometido con el espectador reflexivo, capaz de hilar su realidad con la ficción.
Para concluir: ¿A quién le interesa la comparación con su antecesora? Lo que al público debe interesarle es la historia, y aunque es una consecuencia de Las Aparicio, cada una tiene su estilo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Dentro de la trama hay una gama de personalidades con rasgos reconocibles de nosotros mismos o bien de muchos individuos que nos rodean.
Algo de estos cinco hombres:
Agustín, cardiólogo de especialidad, es el padre dominante, manipulador, moralino y convenenciero de cuatro hombres; muchas de las decisiones que ha tomado en la vida no son contundentes, mucho menos claras, lo que lo coloca en situaciones de cuestionamientos y reclamos por parte de la ex esposa, hijos y amante.
Dante es el psicólogo, el hijo fuera del matrimonio de Agustín, es un hombre marcado por el abandono de su madre, lo cual ocasiona que cada mujer que lo abandona, deja en él infinita culpabilidad; su profesión no lo exime de actitudes como de posesión e ira.
Álvaro, el ginecólogo, es la viva imagen de su padre, con la diferencia de que evita la doble moral; la profesión de su esposa, así como las relaciones de ésta con otros hombres en el ámbito laboral no lo convencen, y hará hasta lo imposible por hacer de ella una mujer de su casa al pendiente de sus jóvenes hijos.
Julián el cirujano plástico, es el Don Juan de la familia. A él no le preocupa la estabilidad emocional de sus acompañantes, incluso ni la de él. Lo más importante es su propia satisfacción y a través de sus juegos demostrarle a cada una lo encantador, complaciente y “open mind” que puede ser. El problema viene cuando comienza a sentir vacío, soledad y la falta de interés que no rebasa la ocasión, en el caso de ellas.
Y Bruno, el neurólogo, con los mayores conflictos con su padre, debido a que éste no acepta su condición de homosexual y que de alguna forma relega su presencia; inseguro, aferrado, el más chico de los Camacho luchará por un lugar ante su padre y hermanos. Un personaje que explora el derecho a la paternidad por diferentes métodos.
Algo de estos cinco hombres:
Agustín, cardiólogo de especialidad, es el padre dominante, manipulador, moralino y convenenciero de cuatro hombres; muchas de las decisiones que ha tomado en la vida no son contundentes, mucho menos claras, lo que lo coloca en situaciones de cuestionamientos y reclamos por parte de la ex esposa, hijos y amante.
Dante es el psicólogo, el hijo fuera del matrimonio de Agustín, es un hombre marcado por el abandono de su madre, lo cual ocasiona que cada mujer que lo abandona, deja en él infinita culpabilidad; su profesión no lo exime de actitudes como de posesión e ira.
Álvaro, el ginecólogo, es la viva imagen de su padre, con la diferencia de que evita la doble moral; la profesión de su esposa, así como las relaciones de ésta con otros hombres en el ámbito laboral no lo convencen, y hará hasta lo imposible por hacer de ella una mujer de su casa al pendiente de sus jóvenes hijos.
Julián el cirujano plástico, es el Don Juan de la familia. A él no le preocupa la estabilidad emocional de sus acompañantes, incluso ni la de él. Lo más importante es su propia satisfacción y a través de sus juegos demostrarle a cada una lo encantador, complaciente y “open mind” que puede ser. El problema viene cuando comienza a sentir vacío, soledad y la falta de interés que no rebasa la ocasión, en el caso de ellas.
Y Bruno, el neurólogo, con los mayores conflictos con su padre, debido a que éste no acepta su condición de homosexual y que de alguna forma relega su presencia; inseguro, aferrado, el más chico de los Camacho luchará por un lugar ante su padre y hermanos. Un personaje que explora el derecho a la paternidad por diferentes métodos.