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Voto de Juan Marey:
9
Drama. Romance Un acróbata deja su familia por una joven, dedicándose a realizar ejercicios de acrobacia con ella en el trapecio. Un día, un famoso trapecista les invita a ambos a unirse a su show de Berlín. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ewald Dupont había comenzado como crítico de cine antes de la guerra, para pasar luego a escribir guiones. En 1918 empezó a dirigir sus propias películas, de las cuales “The White Peacock” (1920), co-escrita con Paul Leni, fue la más importante, pero fue “Varieté” la película que realmente lo llevó a la fama mundial y a Hollywood, aunque allí no tuvo gran éxito. Deambularía después por Inglaterra y produciría la primera realización sonora 100% en alemán, “Atlantic” (1929), pobremente basada en el hundimiento del Titanic. Posteriormente obtuvo cierta reputación con “Salto mortal” (1931), “Peter Voss who stole millions” (1932), la cual fue un gran éxito taquillero; y “The Marathon Runner”, filmada en parte en las Olimpíadas de 1932. Sus ulteriores producciones fueron muy mediocres, hasta su muerte en Los Angeles en 1956. En suma, hablar de Dupont es hablar de “Varieté”, es hablar del memorable Emil Jannings y es hablar del magnífico trabajo de cámara de Karl Freund, uno de lo más importantes directores de fotografía del cine de la era muda que ya había dado muestras de su talento con anterioridad en “Der Golem” (Paul Wegener, 1920) o “Der letzte Mann” (F.W. Murnau, 1924) y que seguiría demostrándolo más tarde en “Metropolis” (Fritz Lang, 1926) o “Dracula” (Tod Browning, 1931) y en un Hollywood donde dirigiría joyas como “The Mummy” (1932, con Boris Karloff) o “Mad Love” (1935, con Peter Lorre).

Hablemos ahora un poco del gran Emil Jannings. Se dice que la valía de un actor se demuestra sobre todo cuando está de espaldas y no puede apoyarse en los gestos faciales para disimular sus carencias, cuando las tiene. No hay duda de que una de las mejores actuaciones de un actor de espaldas a lo largo de la historia del cine está en esta película, la de Emil Jannings, sí, ese gran, gran actor del cine mudo alemán, el mismo actor que había encarnado al portero de “El último” (1924), el Mefistófeles del “Fausto” (1926), el Tartufo de la película homónima (1926), todas bajo la dirección de Murnau, o el viejo militar actor de “La última orden” (1928) o el profesor de “El ángel azul” (1930), ambas de Sternberg, por citar alguno de sus personajes. Su inmensa espalda llena la pantalla o sirve de encuadre para hacer más pequeño todo y más susceptible de caer bajo su amenaza. Aquello que bulle en el personaje se concentra en su nuca o en los hombros, y entonces algo va a pasar. También cuando su cara enojada queda marcada bajo las sombras, como si pudiera engendrar una tormenta por sí misma.

Estos son algunos de los puntos favoritos donde se concentra la cámara, pero no el único, porque junto a Jannings, y a la sensualidad de Lya de Putti, el gran protagonismo de este título está en sus aspectos técnicos, especialmente en los aciertos de Karl Freund por hacer de la cámara un personaje más, o el uso del montaje como sujeto enunciativo, lo que hace casi innecesarias las apoyaturas explicativas de los intertítulos.

Hay en la película un gusto por el exotismo y el erotismo, hay un trasfondo (técnico y temático) de cine negro antes de que los franceses llamaran así a los policíacos de entre finales de los treinta y los años cincuenta, hay referencia a las películas de prisiones, donde destaca el número 28 escrito sobre (cómo no) la espalda de Jannings, que hace pensar inmediatamente al espectador en una película posterior de Michael Curtiz, “20.000 años en Sing Sing” (1933) donde los números se sobre impresionan en pantalla a medida que los presos indiferenciados salen de su celda para ir al patio. Pero, sobre todo, hay un tema escabroso metido en un esbozo social, una historia de bajos fondos.

Un film más que notable, una joya y una rareza muy representativa del cine europeo en los años finales del cine mudo y que hoy está injustamente olvidado. Por cierto, Varieté está en la lista de los 10 mejores films de todos los tiempos según la opinión del maestro Billy Wilder.
Juan Marey
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