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Voto de Juan Marey:
8
Drama. Comedia. Romance Antonio es el único sostén de su numerosa familia. Quiere casarse con Carmela, pero no tiene dinero y, para colmo, tiene que intentar reunir una dote para su hermana. En tales circunstancias, se verá obligado a trabajar en los más diversos oficios. Última parte de la trilogía neorrealista de comedias dramáticas italianas que Renato Castellani realizó tras la guerra (las otras dos son "È primavera..." y "Sotto il sole di Roma"). (FILMAFFINITY) [+]
30 de abril de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Castellani es un director sumido hoy prácticamente en el olvido y, la verdad, es que sus películas tampoco es que sean muy numerosas, ni todas lo bastante distinguidas, pero se olvida, o se ignora simplemente, que durante unos diez años (1947-57), Castellani hizo al menos cuatro películas excelentes, suficientes para que valga la pena visitarlas de vez en cuando, entre otras cosas para recordar cuán grande fue el cine italiano entre 1945 y los primeros 60. Desde “Bajo el sol de Roma” (Sotto il sole di Roma) (1947) y “È primavera…” (1949) hasta “Si tú estuvieras” (I sogni nel cassetto) (1957), o “Dos centavos de esperanza” (Due soldi di speranza) (1951), Castellani fue provisional, sorprendente y transitoriamente grande. De ellas, la mejor es —y todas son divertidas y emocionantes, lúcidas y conmovedoras, generosas y veraces, decentes y luminosamente libres— “Due soldi di speranza” (1951), cristalización explosiva casi milagrosa de una posible evolución “natural” del neorrealismo hacia historias menos dramáticas. Con esta película Renato Castellani se alzó en 1952 con la Palma de Oro en el festival de Cannes —premio compartido con la adaptación cinematográfica de Othello que hizo Orson Welles—

Además de las irrepetibles situaciones cómicas que plagan la cinta, lo que yo personalmente más destaco de “Dos centavos de esperanza” son las ansias de vivir de todos sus personajes, el coraje, y la garra que imprimen durante los 91 minutos para salir adelante y revertir su delicada situación. Carmela y Antonio, los maravillosos protagonistas de la película, además de luchar contra los pocos medios económicos con los que cuentan, se encuentran con una dificultad más: El padre de Carmela. Su padre es el personaje menos humano de la película, y recuerda al Victor McLaglen de “El hombre tranquilo”, curiosamente del mismo año, un tirano para con su hija ya que no ve con buenos ojos que se vaya a casar con Antonio. También destacaría la voz en off que salpica el film en diversas ocasiones y que para una película de este tipo que tan solo dura una hora y media es un soporte esencial para darle ritmo y para que en ningún momento el relato se estanque en escenas repetitivas o vagas, permitiendo así ir a lo que de verdad importa, y que consigamos pasar un muy buen rato a costa de unos personajes que a pesar de todos los problemas, arrojan felicidad y espíritu de supervivencia.

Como suele ocurrir con este tipo de películas, de aire (aparentemente al menos) improvisado e impremeditado, e interpretadas por aficionados desconocidos, principiantes inexpertos o "no actores", una gran parte de su atractivo y de su duradera fascinación procede del acierto mayúsculo en su elección. El “casting” de la prodigiosa Maria Fiore, que se convirtió en actriz pero nunca más brilló, con tal encanto e intensidad, es quizá la clave de la película, pues la cámara queda absolutamente prendada de ella. Pero “Due soldi di speranza” destaca igualmente por su mirada afectuosamente crítica y conmovida a unos personajes que resultan ser una inocencia nada ingenua, nada bobalicona, nada prefabricada, que se sienten supervivientes y tienen ansias de vivir en un medio campesino u obrero, modesto, que no les permite elegir de acuerdo con sus deseos, sino dentro de unos límites y con ayuda de una cierta astucia picaresca.
Juan Marey
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