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Voto de Juan Marey:
8
Fantástico. Comedia. Drama. Terror Un joven escritor acepta un anuncio para redactar historias en torno a las figuras que se exponen en el gabinete de estatuas de cera de una feria: el califa Harún al-Rashid, el zar Ivan el Terrible y Jack el Destripador. Los protagonistas de las dos primeras historias son él mismo y la hija del dueño del gabinete; pero mientras escribe la tercera, el joven se queda dormido... (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos ocupamos hoy de un pequeño clásico del cine alemán de los años 20. Considerada una de las obras clave del cine expresionista, “El hombre de las Figuras de Cera” es una película que vuelve a aprovechar la premisa que ya utilizó Fritz Lang en “Las Tres Luces” (1921) de narrar varias historias que suceden en escenarios totalmente distintos unidas por un hilo conductor que sirve para cambiar de un contexto a otro, en este caso son cuatro historias consecutivas, anticipando la familiar estructura de los horrores por entregas de (Por ejemplo) la “Amicus” en la Inglaterra gótica de los 60, que se quedaron finalmente en tres por problemas de presupuesto.

Cada capítulo presenta sus propia estética en términos de decorados, filtros de color, montaje… y también su propio tono, diferenciado del resto y quizás destinado a experimentar con las posibilidades de la estética expresionista. De las tres historias la primera, una fantasía oriental burlona, está dominado por los amarillos y las formas redondeadas y cuenta la historia de un sultán encaprichado de la esposa de un panadero, Leni da su versión del cuento de hadas “Orientalizante” a través de un tono de comedia subrayado por la sobreactuación de Emil Jannings como el infantil sultán de grandes apetitos, no faltando en ella la aventura y el exotismo, reproducido en decorados pintados y laberínticos, de estancias redondas donde el lujo se puntea de morado. El segundo segmento, protagonizado por un tremebundo Veidt como el zar Iván, está presidido está por una truculencia gótico-romántica memorable, Ivan es un sádico de cuidado que se convulsiona entre espasmos inequívocamente sexuales con la más sofisticada y cruel de las torturas: su maestro de venenos escribe el nombre de las víctimas en un reloj de arena colocado frente a ellas, así podrán ver justo cuanto les queda de vida. La tercera no se puede considerar ni siquiera una historia, de hecho no está formulada como tal sino como un delirio en el cual el poeta sueña con la figura de “Jack el Destripador", cobrando vida y persiguiéndolo por el paisaje alucinado de la feria, en apenas cinco minutos Paul Leni ofrece un fascínate destilado de estética de vanguardia, un resumen de expresionismo en tonos azulados, decorados retorcidos, extrañas formaciones dentadas, geometrías aberrantes y superposiciones hipnóticas que diluyen y al tiempo multiplican el espacio para crear uno nuevo, es con diferencia la mejor de las tres historias.

Sin ser una de las grandes obras de la época, indudablemente sí se trata de una película muy interesante y que pienso resulta de visionado obligado para todo aficionado a ese maravilloso cine que era el cine mudo alemán.
Juan Marey
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