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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
7
Drama. Thriller Una noche de tormenta, Miguel encuentra cerca de su castillo el cuerpo desvanecido de una hermosa mujer, Marta. Al recobrar el sentido, ella le cuenta la extraña historia de su vida y le confiesa haber matado al "amante de la noche". Efectivamente, en los alrededores, encuentran el cuerpo de un hombre. A partir de ahí, Miguel y Marta entablan una apasionada relación dominada por el desasosiego, las dudas y la locura. (FILMAFFINITY)
7 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para la mayoría de los cinéfilos, lo mejor de la filmografía del segoviano José Antonio Nieves Conde se centra y se condensa exclusivamente en los años 50 -por ejemplo, "Surcos" (1951), "Los peces rojos" (1955), "El inquilino" (1958)-, pero habría que molestarse en ver todas sus películas, y juzgar luego, porque "Marta" es una estupenda película que integra con notable pericia la influencia del "giallo" italiano entonces tan en boga -de hecho, es una coproducción con Italia-, un conglomerado "hitchcockiano" asombroso, y una tendencia hacia el relato gótico que entronca con el cine de terror español de principios de la década de los años 70.

La influencia de Hitchcock no es tan rara, porque Nieves Conde era un gran cinéfilo, y aquí tenemos elementos narrativos "prestados" de largometrajes como "Rebeca" (Rebecca, 1940), "Vértigo/De entre los muertos" (Vertigo, 1958), "Psicosis" (Psycho, 1960), y tal vez un poco de "Marnie, la ladrona" (Marnie, 1964), y la verdad es que todos estos "préstamos" están muy bien integrados en la narración, de manera que es algo más, mucho más, que un pastiche. La bellísima Marisa Mell hace un doble papel impresionante, Stephen Boyd elabora una esforzada interpretación de hombre atormentado y traumatizado, y Jesús Puente da muy bien el físico del inevitable policía. Casi nadie es lo que parece, o quien dice ser, en un largometraje tramposo, retorcido, y lleno de sorpresas, y en el que se adivina una "doble versión" con más piel femenina en la pantalla que en la versión española. La banda sonora de Piero Piccioni es estupenda, y redondea el conjunto. Todo lo relativo a los escenarios, la ambientación y las localizaciones también está muy conseguido: se rodó en el monasterio de El Paular y en el Castillo de Viñuelas, cerca de Madrid.

En suma, es un film a descubrir, y una obra importante del cine de Nieves Conde, que obliga a entender de otra manera el tramo final de la carrera de este gran director.
Pedro Triguero_Lizana
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