Esta película no me deja otra opción que ser irónico: inaugura toda una revolución artística consistente en desarrolar la mayoría de los diálogos por teléfono móvil y en utilizar flashbacks para contar todo lo que no pueda hacerse a través del teléfono. Esta idea original sí es, pero hace falta ser un genio para sacarla adelante con éxito, lo que no es el caso.

Un recurso narrativo tan simplista como el uso del teléfono móvil en todo el metraje precisa un buen guión con una trama imaginativa a la vez que rigurosa y unos diálogos frescos que enganchen, lo que no es el caso.

En una película como ésta, en la que el protagonista aparece en todas las escenas y muchas veces en primeros planos, se precisa un actor principal carismático y con muchos registros, lo que no es el caso.

Por todo lo anterior la película se pierde como su protagonista, se hace un lío y no sabe dónde está: ni la trama funciona, ni la historia funciona como metáfora, ni se logra simpatía hacia el personaje, ni los toques cómicos tienen gracia,...

Como todos los inventos, el teléfono móvil es útil si se utiliza con buen criterio, lo que no es el caso.