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España España · San Fernando
Voto de Andersen:
6
Animación. Fantástico. Aventuras Hace muchos, muchos años en un lejano país vivía un ogro malo que hacía la vida imposible a todos los niños, pero Pepito, el más pequeño de todos, decidió un día enfrentarse con el malvado ogro que con sus terribles poderes lo redujo al tamaño de un insecto y lo encerró en una jaula. Una urraca, al verlo, lo liberó de su prisión y lo transportó en un extraordinario viaje al país de los insectos donde Pepito vivirá las más increíbles ... [+]
24 de diciembre de 2011
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Estamos ante uno de los largometrajes de animación pioneros en Europa, más concretamente, ante el primero producido en Francia de manos del director Jean Image y basado libremente en el cuento de Charles Perrault “Pulgarcito”.

Lo primero que llama la atención es un gran problema en lo relativo a la estructura de la trama, dividida en tres segmentos que bien podrían funcionar como mediometrajes independientes; de una primera parte en la que encontramos al clásico ogro como protagonista, pasamos a una especie de insecto-documental en formato animado y, de ahí, recuperamos de nuevo la historia del ogro del principio. Esto pone de manifiesto la escasa práctica que tenían los directores europeos en este tipo de producciones, acostumbrados hasta ese momento a crear obras de corta duración. Algo parecido ocurría en EEUU años antes con films como Blancanieves o Bambi, en los que puede apreciarse la influencia del cortometraje como concepto estándar y los fallos de ritmo que ello conllevaba.

Los diseños son sencillos y poco definidos, repetidos hasta la saciedad – los compañeros del protagonista son idénticos entre sí al igual que los gusanos de Villa Insecto-. Los fondos, eso sí, son una cascada de imaginación en cada uno de sus detalles, y es que a pesar de que la historia se desarrolla en un contexto clásico no faltan guiños al vanguardismo reinante en Europa durante la primera mitad del siglo XX.

También destaca la falta de diálogos, suplida en parte por un narrador o por los gestos de los propios personajes, quienes además se dirigen al espectador en múltiples ocasiones.

De esas rarezas que todo buen freak del cine de animación disfruta a pesar de unos defectos más que justificados por la inexperiencia en el sector.
Andersen
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