Esta crítica va a ser breve y sencilla de escribir, pues es una película fácil de desgranar.
La trama es su mayor pata coja, pues el problema principal de esta familia está muy poco relacionado con una Mary Poppins que hace su trabajo y da herramientas para que puedan solucionar sus problemas por si mismos, pero las resoluciones las aportan otros personajes de la trama secundarios o terciarios que cogen demasiado peso en el final, pero como la trama del problema con unas acciones, su casa y el banco no son lo importante no tiene demasiado peso simplemente la ausencia de una trama más sólida debilita al conjunto (siendo debilucha más que convincente), pero no lo destruye pues Mary Poppins salva los elementos más importantes de esta película.

Mary Poppins conserva su magia y ahora está aún mejor interpretada por una perfecta Emily Blunt en un deslumbrante estado de gracia en que nos regala unas interpretaciones perfectas. Pero, a parte de como plasma el personaje y se relaciona inteligentemente esta secuela con la original, hay otros aspectos muy importantes que hacen que la película valga bastante la pena.

Esta obra tiene la energía de un buen musical, con gran ritmo y dinamismo, sosteniendo el conjunto con energía y grandes coreografías y canciones sin necesitar de un avance en la trama para darnos los momentos más disfrutables y entretenidos de su metraje. También, esta obra cinematográfica cuenta con la fantasía familiar que llevó a Disney al éxito desde sus orígenes, siendo este un metraje en que lo fantástico es genuinamente sorprendente y se siente tan mágico como auténtico.

Estamos ante una película con una fotografía hermosa y cuidada al milímetro, con situaciones y lugares trabajados hasta el más mínimo detalle y un ritmo cargado de dinamismo muy bien logrado. Todo esto se une a que la cinta está bien dirigida por un Rob Marshall consciente de los elementos que son importantes para darnos un satisfactorio conjunto con todos los elementos que conforman este largometraje.

En definitiva, nos topamos con una obra que nos deslumbra con su magia más refrescante de lo habitual y una imparable energía a la altura de los mejores musicales que hacen a la película digna de nuestra mirada y de la atención de nuestros sentidos, sobre todo es una obra de arte que entra con gran fuerza por los ojos y los oídos.

¿La recomiendo?
La verdad es que sí, pero solo si buscas una película genuinamente mágica o disfrutar de la energía de los grandes musicales pues si buscas algo menos colorido y más apegado a la realidad cotidiana es más que probable que no lo encuentres en una película a la que no por ser diferente le podemos negar el hecho de que tiene una buena calidad asegurada por su magia y su energía extraída de los mejores musicales.