Remake de la japonesa "Hachiko monogatari 1978", nos cuenta la historia de un perro de la raza Aikita, que tras ser adoptado en medio de rocambolescas circunstancias, por Parker Wilson (Richard Gere), un profesor de música, casado y con una hija, establece con este una estrecha y emotiva relación, y los hechos por el protagonizados que han dado lugar a una estatua suya en una plaza situada en la entrada de una estación ferroviaria de la japonesa Shibuya, y a esta verdadera joyita en forma de película (todavía no he visto la japonesa, cosa de la que he hecho una prioridad), dirigida por Lasse Hallström, el mejor director que se me ocurre podía hacerlo con la brillantez, sensibilidad, y acierto, que aquí nos regala, sin caer en Dysneinianos enfoques, ni pintureros y exagerados y/o inverosímiles personajes, todo se ve real y cotidiano (hasta esas escenas en blanco y negro en la que vemos por los ojos del perro), llegando a emocionarte, conmoverte y divertirte a partes iguales, tanto a los amantes de los perros que hayan tenido a uno, le hayan visto nacer, morir, y hayan estado a su lado durante todo ese tiempo (en cuyo caso puede que llores como una magdalena, como el que esto escribe), como a todo aquel que sepa apreciar una historia de fidelidad y entrega, magníficamente dirigida e interpretada (o me estoy haciendo viejo, o es imposible, que como mínimo, no se te humedezcan los ojos) y con 3 perros (cachorro, joven, y viejo) dando vida a Hachiko, que son una autentica monería.

Todos hemos oído en alguna ocasión, bien en prensa escrita, o en forma de relato con reminiscencias de leyenda urbana, una historia con muchas semejanzas a la que aquí se nos cuenta (he hecho una búsqueda muy por encima en la red y me he sorprendido de la cantidad de casos documentados que he hallado), pero ni por asomo puedes llegar a sentir lo mismo que viéndolo en esta película; cosa a lo que aparte de la excelente labor en la dirección de Lasse Hallström, contribuye el muy buen trabajo de Richard Gere, al que su espíritu budista le viene como anillo al dedo en la construcción de su personaje y le sirve para labrar una muesca más en su lista de personajes de esos que hacen querer y apreciar al actor.

Para finalizar, calificar el resto de actuaciones como mas que dignas (con 4 esbozos construyen unos personajes creíbles y cercanos), y la aparición del errabundo Jason Alexander (desde su mezquino, y entrañable, George Constanza, en esa obra maestra llamada "Seinfeld", no ha hecho nada muy digno de reseñar, cosa que se puede decir también de Michael Richards, y Julia Louis-Dreyfus), en el papel de ese empleado de la estación que en ciertas escenas recuerdan a su George Constanza.