Ambientada en el Nueva Orleans de seis meses después del “Katrina”, aquí retratada como una ciudad dura y violenta, habitada por bandas varias con el gatillo fácil y duros y expeditivos policías que no dudan en cruzar la raya de la ley para poner orden (y en el caso de algunos para conseguir mujeres, droga y dinero por la patilla), la historia gira en torno a Nina Ferrero (Sharon Stone), una psiquiatra del cuerpo de policía encargada de evaluar las actuaciones de su amigo, el Detective Andy Devereaux (Val Kilmer), su compañero Stan (50 Cent), el desquiciado y brutal Pepe (Jose Pablo Cantillo) y su cortito compañero Barney (Brian Presley). Por otra parte tenemos a Brown (Michael Biehn), un agente del FBI que debido a la muerte de Roy Delacroix (Davi Jay), un agente infiltrado, a manos de Pepe y su compañero (no cree la versión de que le mataron en defensa propia, teniendo la convicción de que fue una ejecución) anda tras los pasos de estos para sacar a la luz la más que evidente corrupción policial que subyace bajo la justificación de “métodos duros en tiempos duros” y Friendly, el capitán del precinto que se encuentra entre dos fuegos (lealtad a sus hombres por un lado y los sabuesos del FBI por el otro)
Rodada en video digital y con una atmosfera, dirección (Charles Winkler, hijo del director y aquí productor Irwin Winkler) y desarrollo de la trama que nos trae a la cabeza irremisiblemente a la magnífica serie, “The Shield” (hasta la primera hora de metraje podría pasar por un piloto para televisión) y con un reparto de lujo en el que, aunque sin lanzar las campanas al vuelo, nos reencontramos con el Van Kilmer bueno (nada que ver con los piojosos y vergonzosos personajes que ha interpretado en los últimos tiempos), además de una aceptable Sharon Stone (guapísima, aunque se la ve bastante más señorona que cuando recientemente vino a España a promocionar “Instinto básico 2”), un Michael Biehn que se luce en el último tramo y el rapero 50 Cent que, a mi juicio, ni fu ni fa.
En resumen, una historia mil veces vista que en determinadas fases no resulta un castañazo por los pelos de un calvo (lo ridículo del mafioso Chamorro deshaciéndose de la competencia), que te hace pasar un ratillo entretenido y que para solaz de los seguidores de Val Kilmer (entre los que me incluyo) supone la resurrección del mismo como actor (a espera de verle en el inminente y ansiado remake de “Teniente corrupto” que ha dirigido el mi admirado Werner Herzog).

En cuanto a Dylan McDermott, o se cayó del proyecto y se les ha olvidado quitarlo de los créditos o han cortado su personaje o estoy perdiendo facultades en cuanto a identificación de actores a paso agigantados.