Infame continuación de la magnífica Carretera al infierno, cuanto más condenable por profanar tan poderosa y valorada película para el que disfruto en su día con las andanzas del inquietante y sádico autoestopista, que por lo miserable de su producción, puesta en escena y trabajo actoral, con el agravante de ver al desnortado C. Thomas Howell prestándose a tamaña soplapollez
Como no tiene sentido comentar nada mas de este bodrio, aprovecho para recomendarte (si no la conoces) una desconocida joyita dirigida por la magnífica actriz y no menos buena directora Ida Lupino (atención a la poderosa filmografía de esta mujer como directora) llamada El Autoestopista 1953, que es, a mi juicio, en la que está inspirada la Carretera al infierno de Robert Harmon y su prescindible remake.