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España España · madrid
Voto de tiznao:
6
Drama. Comedia Ceferino, un joven asturiano, se despide de sus padres y de su novia para emigrar a México a hacer las Américas. Allí trabaja con un tío suyo que tiene una tienda de ultramarinos. Bajo su tutela, aprende rápidamente las triquiñuelas del negocio: un kilo tiene que pesar novecientos gramos. Se gana así el desprecio de su tía y su primo, que lo echan del negocio tras la muerte de su tío. Entonces se verá obligado a sobrevivir vendiendo ... [+]
10 de mayo de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en 1977, el mismo año en el que se establecieron relaciones diplomáticas entre España y México (tras la muerte de Franco y los albores de la democracia), estamos ante una adaptación del libro escrito por Ceferino Díaz Fernández en colaboración con Marco Antonio Almazan, en la que se nos cuenta a modo autobiográfico (supongo que con alguna que otra licencia) las penas y alegrías pasadas por el asturiano Ceferino Díaz Fernández (Alfredo Landa) desde que hechizado por las historias que de México oía contar de zagal (allá por 1920/30) en su pueblo (Pola de Somiedo) de un indiano que había vuelto a la patria, decidió emigrar a dicho país con la intención de labrarse un futuro, hasta su vuelta a España en 1977 convertido en un hombre de negocios con desahogada posición económica y una esposa mejicana.

Salvo un par de apuntes socio-políticos muy ligeros, con el inicio de la guerra civil española, el movimiento Vasconcelo mejicano en la época en que este estaba proscrito, y el muy a lo Vizcaino Casas de un asturiano barbudo que cambia el nombre con el que fue bautizado de niño (Largo Caballero por Ceferino) en honor de ese Ceferino que a su vuelta tanto bien está haciendo al pueblo, estamos ante una película que exalta ese inicio de las relaciones diplomáticas entre los 2 países apuntada en el primer párrafo (coproducción hispano mejicana) al mismo tiempo que nos habla de las peripecias y choques culturales por las que pasaban aquellos emigrantes que con el hatillo a cuestas embarcaban en aquellos tiempos a buscarse la vida al otro lado del Atlántico, todo ello sin hacer sangre, tamizando los difíciles comienzos de aquellos españoles en tierra extraña con chorreones de suave y amable humor costumbrista (quizá a causa de la buena fortuna de Ceferino y su agradecimiento al país en el que logro triunfar, lo que cuenta desprende tufillo a demasiado buen rollito), que la hacen lucir hoy en día como perfecto ejemplo de las destinadas al televisivo y folclórico "Cine de Barrio".

No obstante, y sin contradecir mi juicio sobre lo justito en cuanto a interés dramático de la función, contiene algunas cosas que a mí me han resultado interesantes, a saber: un puñado de resultonas escenas costumbristas en cuanto a música y localizaciones que por sí solas la hacen merecedora de un visionado si te lo permite tu reputación cinéfila (mariachis, jotas aragonesas, pericotes asturianos, muñeiras, sevillanas, flamenco, preciosos paisajes de inmenso verdor asturianos, exteriores madrileños, el acueducto de Segovia desde el interior de Casa Cándido, Veracruz, Puebla y Cuernavaca), alguna que otra escena que provoca hilaridad (con Pancho Córdova interpretando al muy mejicano Don Melitón Samaniego Teocaltiche), y cierta emoción (ya saben, la vuelta del indiano y reencuentro con lo que queda de su familia), el buen trabajo de un Alfredo Landa que se le nota más a gusto que un marrano en un charco encarnando a Ceferino, lo curioso y chocante de ver a Mirta Miller vestida de campesina ordeñando una vaca en 1930, y luciendo prácticamente el mismo aspecto en su caracterización con 40 años encima (se ve que el departamento de maquillaje echo el resto en las caracterizaciones de Alfredo Landa y la actriz que encarna a su esposa mejicana, Dacia González), y un par de ediciones que no se dé que año serán, pero que lucen preciosas, de "¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?" de Jardier Poncela, y "El romancero gitano" de García Lorca (en las escenas que nos muestran a Ceferino como vendedor de libros).

En resumen, justita en cuanto a interés dramático e interesante bajo el punto de vista antropológico, y/o de curiosidad cinematográfica.

PD. Alfredo Landa, otro gran actor del cine español fallecido, Q.E.P.D.
tiznao
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