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España España · Castellón de la Plana
Voto de mnemea:
7
Fantástico. Comedia. Drama Cuando un matrimonio se entera de que no puede tener hijos, se sienten muy frustrados. Para paliar el dolor de su esposa, el marido recorta una raíz del jardín, dándole forma de niño. La mujer, en su desesperación, acepta la la raíz como si fuera realmente un bebé. Y, de repente, la raíz cobra vida. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película más sencilla y clara de Svankmajer es la que se lleva el título más rebuscado como concesión a toda una vida. Porque tras esta antigua leyenda que va cogiendo forma como una realidad tenebrosa, se encuentran todos los elementos conocidos de este director.

La curiosa mentalidad de una niña nos acerca a una pareja estéril, con un deseo, tener un hijo al que amar. El deseo se convierte en una raíz con formas de infante que el hombre decide barnizar. La raíz se transforma en deseo y el deseo en realidad, así, se da paso a la vida. Un objeto con vida. El curioso razonamiento de la niña descubre al Otesánek, la raíz barnizada que sólo tiene un deseo, comer. El ciclo de la vida siempre continúa.

Por una parte tenemos los objetos que van cobrando vida para despertar el interés de todo aquel que se mueva a su alrededor. La materia razona y toma el control. Mientras esto ocurre nos presentan a los humanos, que fortalecidos por una vida creada de un modo natural siempre actúan por instinto, por deseo, sin un verdadero control. Cuando los objetos y los hombres se alían, reaparece la duda: ¿quién domina a quién? Hay un anciano cuyas gafas activan la vida propia que tienen sus pantalones ante una jovencita que desea tocar. Hay un hombre que mira absorto una televisión en la que la publicidad se convierte en objetos que se mueven sólo para que su deseo por obtenerlos aumente y quede hipnotizado. El crecimiento de una coles, o una madre que acepta cualquier incidente con tal de tener un hijo.

Todos juntos dan vida de nuevo a algo básico para Svankmajer, el cuento, esa interpretación propia y personal de una historia popular, que junto a los objetos humanizados y los hombres instintivos siempre transforman al mundo en algo extraño y a la vez divertido que intriga a nuestros instintos y que demuestra que cualquier elemento inanimado puede ser el centro de atención y expresarse sin necesidad de utilizar una sola palabra. Qué mejor modo de indagar en nuestra imaginación y en la ajena y aprovechar esas pequeñas cosas que forman parte de la vida sin inmutarse nunca.

Aún así, eché de menos a las gallinas alrededor del pequeño Otik.
mnemea
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