Si se coloca por encima de la media de las películas que suele protagonizar Madonna, es porque Rupert Everett hace su papel y porque, aunque al principio no se note, se cuenta con un director con cierto oficio y que algo de cine sabe como lo es John Schlesinger. Pero eso sí, al director se le va la cabeza durante el principio y nos ofrece escenas de verdadera vergüenza ajena (esa en que Everett va a pedir las llaves al ex-novio de Madonna es sencillamente bochornosa)

Pero bueno, conforme avanza la historia mejora algo, pese al pastelón de historia que cuenta y pese a que el niño tenga la misma expresividad que Val Kilmer. Tampoco Madonna está bien, eso es algo que por supuesto preveía pero bueno por lo menos aquí el protagonista principal es Everett y aunque le toca salir en algunas escenas realmente malas como la citada arriba, el tío se acaba salvando de la quema general en su papel.

Y es que la idea del homosexual que deja preñada a la amiga una noche no es ni mucho menos mala, pero si que es malo contar con el soso de Benjamín Bratt (la escena del restaurante otra igual) y con Madonna en plan insoportable. Schlesinger seguro que no sabe ni donde se metió pero ya que tenía que hacer su trabajo lo hizo lo mejor posible pese a las siempre obligadas escenas de lucimiento para la insoportable Madonna.

El final sin ser demasiado bueno, si me ha gustado mucho más de lo que en un principio esperaba. Eso sí, funciona más como drama que como comedia. Como comedia da realmente pena. Como drama también, pero no tanto.