Después de un primer visionado en que la película me dejó frío, en su segundo visionado he podido disfrutar de esta película tan bella como imperfecta. Y lo que debería ser un segundo visionado en el que la película la vi para analizar mejor las cosas, para juzgar todo mejor, al final ha sido todo lo contrario porque esta vez me he dejado llevar por el juego de Shyamalan, por ese guión improvisado, y he entrado en la película y me he perdido entre su magia, que la tiene y en mucha cantidad, como si fuera yo un personaje más de la historia de nuestro indio favorito. Ese extraordinario poder de narración que tiene Shyamalan convierte un disparate de película en una obra ferozmente mágica, en un cuento tenebroso, en una fábula fascinante.

Como ya he dicho, es una película imperfecta. Es la película más complaciente de Shyamalan. La narración, por la que hay que dejarse llevar para entrar, es, a ratos, gratuita pero siempre diferente y sorprendente. El recurso molesto de la subida de volumen es utilizado en algunas ocasiones. Tiene un par de personajes secundarios ridículos como el personaje del mismo Shyamalan. A ratos le gusta al director lo blando, el azúcar, o utilizar a algún crío que tenga bastante importancia en la trama, defecto que parece haber heredado por su enorme pasión hacia el cine de Steven Spielberg. Pero su fuerza para narrar, para la puesta en escena, para mojarse en cada plano es innegable.

Tanto "Lady in the water" como "The Happening" son películas imperfectas pero con algo especial que las convierten en únicas. Ni ésta es más poética que la otra, ni la otra es menos sutil que ésta. Quizá el tiempo no las coloque donde se merecen estar, ni a Shyamalan como uno de los directores más importantes en la actualidad, pero que duda cabe que son dos películas que con el tiempo van a ganar mucho.

¿A cuál de sus ocho hijos dedicó la película?