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Voto de Sibila de Delfos:
6
Drama. Thriller Carlos, un hombre pacífico, ve alterada su vida cuando Marta, una niña de 13 años, se cruza en el camino de su hijo Pablo y comienza a extorsionar, primero al niño y después al padre. Incapaz de defenderse, se ve envuelto en una serie de situaciones angustiosas que lo llevan a una respuesta inesperada. (FILMAFFINITY)
22 de abril de 2015
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El miedo.
Ese ser oscuro e indeseable que todo hijo de vecino siente continuamente, en las más diversas situaciones y por motivos de lo más dispares. Uno de esos compañeros poco agradables, como el dolor, que van de la mano de los seres humanos sea cual sea su edad y que llega a paralizar, atenazar y condicionar hasta extremos inimaginables.
De eso es de lo que habla El país del miedo, ópera prima de Francisco Espada, presentada en la sección oficial del Festival de Málaga 2015. El miedo a perder una situación familiar basada en la mentira, pero cómoda al fin y al cabo. El miedo a que se haga daño a un ser querido. El miedo a sufrir daño uno mismo. El miedo a salir a la calle, incluso. De todo eso habla la película y lo hace con una voz narrativa interesante, con una premisa muy sólida (dos padres angustiados por el acoso que sufre su hijo en el colegio por parte de una compañera, que después traslada su extorsión al padre), con una música muy interesante de Antonio Meliveo, y sobre todo con dos estupendas interpretaciones de Cristina Plazas (aunque su personaje queda un poco en el limbo, sobre todo en la segunda parte de la historia) y José Luis García-Pérez. El intérprete de Cachorro (Miguel Albaladejo, 2004), como siempre extraordinario, borda las inseguridades y miedos de un personaje de carácter débil al que se podría tildar de cobarde en algunos tramos y que sin embargo está lleno de amor y de compromiso hacia su mujer, hijo y la seguridad de este. último especialmente. También explora muy bien la película el siempre peliagudo tema de la criminalidad en menores de edad y las pocas armas que tiene la ley para hacer frente a ese problema sin vulnerar los derechos del menor.
Pero la película tiene algunos problemas, problemas graves que impiden que la cinta sea algo más que un filme correcto sin demasiado lustre y que no a a pasar a la historia. El primer problema es la duración. 102 minutos para contar esta historia son a todas luces demasiados y el ritmo se resiente en demasiadas ocasiones, sobre todo en el alargadísimo segmento dedicado a la extorsión de la que son víctimas los personajes principales. Para echarlo de comer aparte también es el personaje del excelente actor Eduardo Velasco (no se pierdan si pueden su maravilloso espectáculo teatral El profeta loco), un policía desquiciado y chulesco que solo contribuye a aumentar el nivel de desprecio de la película por las fuerzas de la ley, inútiles, despreciativas e incluso al margen de la ley, por raro que pueda parecer. Pero sin duda lo más grave es la falta de credibilidad de toda la situación de acoso, principalmente porque la niña acosadora, quien es más o menos la villana de toda la historia, no da demasiado miedo en ningún momento. No por rapar el pelo a la actriz y ponerle ropa de rapero veinte años mayor la actriz parece una malota con suficiente poder como para amedrentar a un hombre hecho y derecho. Cada vez que el personaje de García-Pérez le da dinero o cede al chantaje la platea se pregunta por qué, si la niña no provoca ninguna impresión. No es culpa de la actriz, que hace lo que puede y da muy bien el punto macarra y violento del personaje, sino más bien de cómo la dirige Espada y por supuesto de su elección, incorrecta.
En definitiva, un thriller aceptable, correcto, pero sin demasiada sangre en las venas y bastante desaprovechado para las posibilidades que ofrecía.

Lo mejor: La premisa inicial y el trabajo de Cristina Plazas y sobre todo un gran José Luis García-Pérez.
Lo peor: Es demasiado larga y peca de poco creíble, en parte por la elección de la actriz que da vida a la acosadora.
Sibila de Delfos
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