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Voto de Sibila de Delfos:
10
Terror. Fantástico Cuando empiezan a desaparecer niños en el pueblo de Derry (Maine), un pandilla de amigos lidia con sus mayores miedos al enfrentarse a un malvado payaso llamado Pennywise, cuya historia de asesinatos y violencia data de siglos. Adaptación cinematográfica de la conocida novela de Stephen King "It". (FILMAFFINITY)
8 de septiembre de 2017
22 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores cosas que tiene Stranger Things, aparte de su innegable y excelente calidad y su adictivo poder, es haber descubierto para todos los jóvenes de hoy lo que significaba ser niño en los 80 y principios de los 90. Es decir, la amistad sin móviles, WhatsApp, Internet o redes sociales, los grupos de amigos en verano recorriendo el pueblo en bicicleta, los videojuegos primitivos, los recreativos, pasar el día entero con los amigos volviendo a casa solo para comer y dormir, diciendo palabrotas, pensando en chicas (o en chicos), haciéndose los listos, queriendo ser y parecer mayores y muy expertos en las cosas de los adultos... en definitiva, una época en la que la inocencia infantil todavía existía y se dejaba ver.
Mike, Eleven, Dustin y Lucas son de lo mejor de Stranger Things, sí.
Y Bill, Ben, Ritchie, Beverly, Stan, Eddie y Mike son también de lo mejor de It. El mayor acierto de la película es precisamente la representación de esa amistad tan insólita entre los miembros del Losers Club. Los héroes son ellos, los marginados, los que sufren bullying, los maltratados, los abusados incluso por sus propios padres, los olvidados, los parias. Y es ahí donde Andrés Muschetti compone un acertadísimo relato acerca de los últimos latigazos de la niñez, del paso a la adolescencia, el descubrimiento del primer amor y, sobre todo, la fuerza de la inquebrantable amistad y lealtad que une a este grupo de amigos, como también estaban unidos los inolvidables protagonistas de Super 8 en 2011 o los míticos Gordie, Chris, Vern y Teddy de Cuenta conmigo, que sin duda es la madre de todas estas cintas mencionadas, It incluida. No por casualidad, también está basada en un relato de Stephen King.
Pero que nadie se llame a engaño. Que It tenga momentos tiernos, emotivos y divertidos (que los tiene y muchos) no debe distraer de lo principal: It es terror. Terror puro y duro. Y además, terror hecho con inteligencia. No es descabellado decir que seguramente es una de las mejores películas de terror que se han hecho en muchos años, junto con La mujer de negro (2012) de James Watkins y alguna más. Son tantos los momentos de tensión casi inaguantable, de escenas espantosas que harían apartar la mirada hasta al mismísimo autos de El Resplandor, tantas las secuencias de espanto que listarlas todas sería imposible. Son dos horas y cuarto de prácticamente no parar con los sustos, pero podrían ser mencionadas, sin desvelar nada, secuencias absolutamente taquicárdicas como la sinfonía de horrores que compone Pennywise en la casa para los Losers, el prólogo inicial con Georgie, cada una de sus apariciones por separado a los niños o el momento en el garaje mientras miran diapositivas. Aviso: lo que se ve en el trailer, por suerte, no es lo más terrorífico.
Como siempre ocurre con las historias de King, lo peor además no son los monstruos. Sí, Pennywise es aterrador, en parte por sí mismo y en parte gracias a Bill Skarsgard, quien, ayudado por la excelsa caracterización, compone una extraordinaria interpretación de auténtica pesadilla. Sin embargo, el verdadero horror, como es habitual en King, está dentro de los personajes, en sus atormentadas mentes, en sus propios demonios y en las vidas tan duras que viven. Lo más terrible no es el payaso bailarín, sino ese pueblo aparentemente normal donde nadie hace nada para terminar con el horror, o esos padres sobreprotectores de sus hijos, o que directamente los ignoran o humillan sin razón, o por supuesto el padre de Beverly, directamente un ser humano despreciable y criminal. Sin duda, el fuerte del autor de Misery es ese, el de ver en lo más profundo de los seres humanos para buscar sus miedos y perversiones más ocultas.
Por desgracia, le ocurre a Muschetti lo mismo que le ocurría en Mamá, que es que se le desinfla todo al final. El enfrentamiento final de los Losers con Pennywise carece de la tensión y el horror que han tenido las anteriores interacciones, y sospecho que es porque, como dice Bill, se le ha perdido ya el miedo al payaso. Los personajes y también el público. Está, además, innecesariamente alargado por el exceso de protagonismo de Bill, un personaje que termina resultando un tanto insufrible en su heroísmo, actos absurdos (lo que hace en el clímax después justo de aleccionar a sus amigos sobre la necesidad de permanecer juntos) y discursitos moralistas, por mucho que la interpretación de Jaeden Lieberher sea estupenda. Entre los demás chavales, Finn Wolfhard aporta el humor (no se entiende por qué parte de la crítica dice que se parece mucho a lo que hace en Stranger Things, si no tiene nada que ver), Sophia Lillis apunta maneras de estrella, y si no al tiempo (qué mirada tiene), Jeremy Ray Taylor desprende ternura, Jack Dylan Grazer se luce con su hipocondriaco Eddie, y Chosen Jacobs y Wyatt Oleff colocan sus piezas del puzzle perfectamente para componer uno de los mejores grupos de actores jóvenes que se recuerdan.
It es terror, sin duda. Es gran terror. Del que nos hace falta en el mundo cinematográfico actual. Pero también es la emotividad de ese maravilloso epílogo y los momentos del grupo de amigos (ese abrazo conjunto casi al final...). Eso es lo que finalmente vamos a recordar, mucho más incluso que las pesadillescas fechorías de Pennywise.

Lo mejor: Los actores jóvenes, Bill Skarsgard, su continuo festival de horror sin paliativos y la maravillosa ternura y dramatismo que desprende.
Lo peor: Pierde fuerza y se desinfla un poco en su clímax final.
Sibila de Delfos
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