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España España · Sevilla
Voto de Talibán:
10
Drama. Comedia. Bélico Inglaterra, Guerra de los Cien Años (ss. XIV y XV). Enrique IV, primer monarca de la dinastía de los Lancaster, en 1399 le arrebata el trono a su primo Ricardo II. Adaptación de varias obras de Shakespeare: "Enrique IV", "Enrique V", "Las alegres comadres de Windsor" y "Ricardo II". (FILMAFFINITY)
10 de julio de 2008
231 de 268 usuarios han encontrado esta crítica útil
Orson Welles es el tipo ese de nuestra clase, tan alto. Nunca estudia y saca sobresaliente, ni siquiera toma apuntes. Se mantiene a la vez indiferente e irónico con los profesores. Habla inglés mejor que el profe de inglés. Ha leído todos los libros del programa de Literatura antes de empezar el curso, y cuando tenemos una hora de estudio libre saca una novela de Faulkner en su idioma original. Lo envidiamos cada vez que abre la boca, porque su humor va tan por delante de nuestro pensamiento que nos sentimos pequeños y agradecidos. Y lo seguimos envidiando cuando vemos que hay chicas esperándole (desconocidas, mucho más hermosas que las de la clase, siempre en número par) al final de la jornada.

Al cabo de veinte años nos lo encontramos por la calle. Está gordo y canoso. No es presidente de la ONU, ni jefe de una multinacional, ni siquiera trabaja para una empresa privada. En el bar nos gustaría consolarle diciendo cuánto ha significado su figura, su recuerdo, en nuestra vida, pero comprendemos a tiempo que es una estupidez.

Lo vemos, hablando. Su voz está arrugada. Nuestro pensamiento se distrae un instante con la reunión que tenemos esta tarde y está a punto de abandonarlo definitivamente.

Lo seguimos escuchando. Reímos una vez. Y de repente, fluimos. Nos dejamos llevar. Reímos con otra historia. Guardamos silencio expectante antes del desenlace sorprendente de un nuevo relato. Nos emocionamos como no recordamos haberlo hecho en los últimos veinte años. Y reconocemos una devoción antigua, para la que no encontramos una palabra que la describa, más viva que nunca, más viva que la propia vida.

Vemos su enorme espalda, andando calle arriba, sin prisa y también sin vacilación. Nunca será Rey. Gracias a Dios. Él es el Príncipe todavía. Porque a los príncipes se les permite tener alma.
Talibán
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