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Voto de Talibán:
9
7,0
1.664
Drama
Después de haber pasado tres años en un centro psiquiátrico, Jack Andrus, un actor acabado, vuela a Roma invitado por un director amigo suyo que le ofrece un pequeño papel en una película que está rodando en los estudios de Cinecittà. Andrus acepta la oferta con la esperanza de recuperar la fama. Lo malo es que en Roma se encuentra con su exmujer, la responsable de su crisis artística y personal. (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2014
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente (no hay más que ver las últimas y también las penúltimas encuestas entre los iniciados) Minnelli pasará a la historia como un autor de musicales. Desde “Cita en San Luis” hasta “Gigi”, pasando por “Un americano en París” y “The bandwagon”. A esta espina dorsal, que sostiene hoy día su consideración autoral, se le une con naturalidad “Mi desconfiada esposa”, una comedia que en el fondo es prácticamente otro musical.
Un grupo de minnellianos más irredentos, en cambio, tenemos la manía de circunscribir el territorio central de su obra –por oposición a sus musicales, por lo demás espléndidos- a cuatro películas de madurez, cuatro melodramas de aparente decadencia, que se comunican claramente con la indiscutida “Cautivos del mal”. Filmados entre 1958 y 1962, hoy son la parte más contestada de su filmografía: “Como un torrente”, “Con él llegó el escándalo”, “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” y “Dos semanas en otra ciudad”.
Un nexo temático común que los aglutina podría ser la búsqueda de la identidad, extensión de aquello que define como artista a Vincente Minnelli: su convencimiento de que el equilibrio ideal es alcanzar la armonía con el entorno, que los conflictos proceden siempre de la relación entre el personaje y el ambiente.
Esta materia, defendemos los minnellianos talibanes, se expresa mediante una forma de hacer cine integral, de intenso poder dramático, que combina libertad en los movimientos de cámara, precisión en los actores, admirable uso cinematográfico de la banda sonora y pasmosa musicalidad de la fotografía. El resultado es –y aquí es donde jamás coincidiremos con la otra parte del mundo- la domesticación del exceso. El “estilo Minnelli” va mucho más allá del celebrado dominio del cromatismo en la dirección escénica y del hábil manejo de los decorados.
Un grupo de minnellianos más irredentos, en cambio, tenemos la manía de circunscribir el territorio central de su obra –por oposición a sus musicales, por lo demás espléndidos- a cuatro películas de madurez, cuatro melodramas de aparente decadencia, que se comunican claramente con la indiscutida “Cautivos del mal”. Filmados entre 1958 y 1962, hoy son la parte más contestada de su filmografía: “Como un torrente”, “Con él llegó el escándalo”, “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” y “Dos semanas en otra ciudad”.
Un nexo temático común que los aglutina podría ser la búsqueda de la identidad, extensión de aquello que define como artista a Vincente Minnelli: su convencimiento de que el equilibrio ideal es alcanzar la armonía con el entorno, que los conflictos proceden siempre de la relación entre el personaje y el ambiente.
Esta materia, defendemos los minnellianos talibanes, se expresa mediante una forma de hacer cine integral, de intenso poder dramático, que combina libertad en los movimientos de cámara, precisión en los actores, admirable uso cinematográfico de la banda sonora y pasmosa musicalidad de la fotografía. El resultado es –y aquí es donde jamás coincidiremos con la otra parte del mundo- la domesticación del exceso. El “estilo Minnelli” va mucho más allá del celebrado dominio del cromatismo en la dirección escénica y del hábil manejo de los decorados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Todo lo cual va acompañado de una sabiduría escénica que es difícil concebir fuera de una época y un lugar determinados. Vean a Kirk Douglas en “Dos semanas en otra ciudad” y comprenderán a lo que me refiero. Vean cómo Minnelli se sirve del formato en scope para resaltar la gran virtud de Douglas como intérprete, que es la manera característica suya de usar todo el cuerpo al actuar; cómo se mueve por todo el plano, cómo se relaciona con los objetos. Vean cómo Minnelli lo contrasta con Edward G. Robinson, un actor opuesto, estático, que usa la mirada como forma de expresión. Vean el significado que Minnelli le da.
Vean la primera escena –con los créditos impresionados sobre un Kirk Douglas/Jack Andrus que se arrastra sin rumbo por el jardín de una residencia para enfermos mentales - y vean la última –con el mismo personaje conduciéndose con firmeza por un aeropuerto- y tomen conciencia del recorrido que se desarrolla entre ambos escenarios, con la ciudad de Roma como escala vital, el lugar del exilio, el infierno, la revancha y la redención final.
Las cinco películas acaban siendo una muy hermosa reflexión sobre las servidumbres que conllevan las relaciones humanas y las dependencias afectivas y psicológicas que éstas generan. Escéptica en "Cautivos del mal"; Lírica en “Como un torrente”; sórdida en “Con él llegó el escándalo”; trágica en “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”; catártica como pocas en “Dos semanas en otra ciudad”: la bellísima imagen de Jack Andrus bajo el purificante surtidor de agua resume sin pudor la conclusión última de toda esta dolorosa trayectoria.
Vean la primera escena –con los créditos impresionados sobre un Kirk Douglas/Jack Andrus que se arrastra sin rumbo por el jardín de una residencia para enfermos mentales - y vean la última –con el mismo personaje conduciéndose con firmeza por un aeropuerto- y tomen conciencia del recorrido que se desarrolla entre ambos escenarios, con la ciudad de Roma como escala vital, el lugar del exilio, el infierno, la revancha y la redención final.
Las cinco películas acaban siendo una muy hermosa reflexión sobre las servidumbres que conllevan las relaciones humanas y las dependencias afectivas y psicológicas que éstas generan. Escéptica en "Cautivos del mal"; Lírica en “Como un torrente”; sórdida en “Con él llegó el escándalo”; trágica en “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”; catártica como pocas en “Dos semanas en otra ciudad”: la bellísima imagen de Jack Andrus bajo el purificante surtidor de agua resume sin pudor la conclusión última de toda esta dolorosa trayectoria.