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Voto de Talibán:
8
7,2
371
Drama
Un samurai sale adelante haciendo globos de papel pero un buen día su vida da un giro cuando es perseguido debido a un altercado en el que se involucra por casualidad. La película está considerada como una de las mejores de Sadao Yamanaka y una de las más plausibles del cine japonés. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2009
63 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
La esquina de los oradores del londinense Hyde Park es el escenario de uno de los recuerdos más extraños de toda mi infancia. Allí se dan cita toda clase de tarados que, normalmente subidos a un cajón a modo de púlpito, imprecan a una ficticia multitud sobre las más variadas materias.
Yo tenía unos ocho años y me fascinaba tanto el apasionamiento de los oradores, como, sobre todo, la indiferencia de los paseantes. Tan sólo los niños, los perros y los árboles permanecían absortos en mitad de esas ráfagas de fogueo verbal.
Había un tipo que hablaba en español. Prometía un inminente fin del mundo, por lo que creí entender, a todos los que nos encontrábamos en el parque. “Si al menos hubiese 500 justos, habría salvación”. Pero no parecía que los hubiera, por lo que bajó el listón. “Si al menos hubiera 50 justos…”. Tampoco. Finalmente: “Si al menos hubiera un justo, uno sólo, habría salvación”. Hasta unos años después no identifiqué la cita bíblica.
“Es de una secta”, me explicó allí mi padre. “¿Cuántos miembros tiene esa secta?”, pregunté, preocupado por la aritmética apocalíptica del sujeto. “Sólo uno: él”.
¿Cuántas personas han visto “Humanidad y globos de papel” en filmaffinity? Trece, contándome mí. Es una película japonesa de 1937, nunca editada en España en ningún formato, aunque sí estrenada en un canal de TV. Sólo puede conseguirse en el extranjero y en otros espacios virtuales que no pueden mencionarse aquí. Su director, Sadao Yamanaka, hizo 23 películas antes de morir a los 29 años de malaria a poco de ser movilizado en la guerra chino-japonesa. Sólo se conservan ésta, que él nunca pudo ver, y dos más.
Está claro que esas trece personas, que hemos otorgado una media de 8,3 a la película, formamos una secta y por esa razón me siento autorizado a subir al púlpito en la esquina de los oradores. Sigo en spoiler, pero no revelo nada importante
Yo tenía unos ocho años y me fascinaba tanto el apasionamiento de los oradores, como, sobre todo, la indiferencia de los paseantes. Tan sólo los niños, los perros y los árboles permanecían absortos en mitad de esas ráfagas de fogueo verbal.
Había un tipo que hablaba en español. Prometía un inminente fin del mundo, por lo que creí entender, a todos los que nos encontrábamos en el parque. “Si al menos hubiese 500 justos, habría salvación”. Pero no parecía que los hubiera, por lo que bajó el listón. “Si al menos hubiera 50 justos…”. Tampoco. Finalmente: “Si al menos hubiera un justo, uno sólo, habría salvación”. Hasta unos años después no identifiqué la cita bíblica.
“Es de una secta”, me explicó allí mi padre. “¿Cuántos miembros tiene esa secta?”, pregunté, preocupado por la aritmética apocalíptica del sujeto. “Sólo uno: él”.
¿Cuántas personas han visto “Humanidad y globos de papel” en filmaffinity? Trece, contándome mí. Es una película japonesa de 1937, nunca editada en España en ningún formato, aunque sí estrenada en un canal de TV. Sólo puede conseguirse en el extranjero y en otros espacios virtuales que no pueden mencionarse aquí. Su director, Sadao Yamanaka, hizo 23 películas antes de morir a los 29 años de malaria a poco de ser movilizado en la guerra chino-japonesa. Sólo se conservan ésta, que él nunca pudo ver, y dos más.
Está claro que esas trece personas, que hemos otorgado una media de 8,3 a la película, formamos una secta y por esa razón me siento autorizado a subir al púlpito en la esquina de los oradores. Sigo en spoiler, pero no revelo nada importante
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Razones por las que usted debería pertenecer a la secta de “Humanidad y globos de papel”
1.- Porque su autor tuvo la decencia de morir de muerte natural antes de disparar un solo tiro en una guerra injusta y espantosa.
2.- Porque dejó para la posteridad dos tesoros, aparte de sus películas: una foto en uniforme militar con su amigo Yasujiro Ozu, ambos sonrientes y poco creíbles soldados, y un testamento, dictado cuando agonizaba, que termina así: “Hagan buenas películas”.
3.- Porque una persona cuya última frase en este mundo es “Hagan buenas películas”, merece que veamos al menos alguna de las que hizo.
4.- Y porque “Humanidad y globos de papel” no es una película perfecta, pero sí de una belleza única a su modo. Cuenta la historia de un samurai que persigue recuperar el honor y cuyo camino se cruza con un simple barbero que defiende lo que considera su dignidad; en 1937, justo antes del abismo, la lección que da esta película desenmascarando el falso honor en beneficio de la auténtica dignidad humana es tan hermosa y modesta como la clase de un maestro de pueblo.
Por último, tanto si ve como si no ve esta película, su vida no cambiará. Puede perfectamente seguir adelante con su existencia, morir con 104 años y pasar por aficionado al cine. He pedido aquí que haya más, pero un justo, uno sólo, es suficiente para que una película tenga sentido, para que se escuche su voz, para que exista, para que se salve.
1.- Porque su autor tuvo la decencia de morir de muerte natural antes de disparar un solo tiro en una guerra injusta y espantosa.
2.- Porque dejó para la posteridad dos tesoros, aparte de sus películas: una foto en uniforme militar con su amigo Yasujiro Ozu, ambos sonrientes y poco creíbles soldados, y un testamento, dictado cuando agonizaba, que termina así: “Hagan buenas películas”.
3.- Porque una persona cuya última frase en este mundo es “Hagan buenas películas”, merece que veamos al menos alguna de las que hizo.
4.- Y porque “Humanidad y globos de papel” no es una película perfecta, pero sí de una belleza única a su modo. Cuenta la historia de un samurai que persigue recuperar el honor y cuyo camino se cruza con un simple barbero que defiende lo que considera su dignidad; en 1937, justo antes del abismo, la lección que da esta película desenmascarando el falso honor en beneficio de la auténtica dignidad humana es tan hermosa y modesta como la clase de un maestro de pueblo.
Por último, tanto si ve como si no ve esta película, su vida no cambiará. Puede perfectamente seguir adelante con su existencia, morir con 104 años y pasar por aficionado al cine. He pedido aquí que haya más, pero un justo, uno sólo, es suficiente para que una película tenga sentido, para que se escuche su voz, para que exista, para que se salve.