Veo que la crítica no ha sido muy benévola que digamos y me cuesta entenderlo...
Será que he sido la niña más miedosa en cuestiones sobrenaturales que recuerdan mis allegados, hasta al punto de que mis hermanos y primos mayores por pena no se atrevían a contarme historias de miedo o a asustarme, siendo ese su deporte favorito.
Será que me medio crié (fines de semana y vacaciones) en un pueblecito de montaña oscuro y silencioso.
Será que, bajo determinadas circunstancias, las leyendas, los recuerdos de convecinos misteriosos y solitarios, los caminos de piedra semiocultos que llevan a antiguos cementerios y las expediciones nocturnas a casas abandonadas cercanas al viejo molino, entre el silencioso aburrimiento rural, son suficiente y demasiado para pasarlo francamente mal.
Pasando ya de datos autobiográficos que a nadie interesan [exceptuando quizá a Trini, Azraq, Light y con suerte a Gilbert, que sé que a veces me lee ;)], el caso es que a mí El proyecto de la Bruja de Blair me devolvió recuerdos aterradores y me dio miedo, pero que miedo, miedo. Así que al menos cumple con su cometido. La habré visto unas cuatro veces, siempre con amigos, y nos cagábamos encima. Y aún quiero volver a verla y no sé a quién reclutar. Porque si la veo sola y en la casa del pueblo sé que me puedo quedar en estado catatónico y después pasar al vegetativo y tampoco es plan.