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Voto de Jean Ra:
8
4,6
1.487
Drama
Lucy (Emily Browning) es una estudiante universitaria que se mete en el mundo de la prostitución para financiarse sus estudios. En un singular prostíbulo la joven se convierte en una "belleza durmiente", a la que se droga diariamente hasta que pierde el conocimiento, y se le coloca en una habitación especial donde varios hombres hacen todo tipo de actos con ella que no puede recordar a la mañana siguiente. Como si esas horas nunca hubieran existido... (FILMAFFINITY) [+]
5 de enero de 2012
38 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace años unos amigos viajaron a Holanda y, al volver, entre las fotos que me mostraron, la que más me llamó la atención fue unas que ofrecían la visión del mar del Norte absolutamente helado. Se me ocurre que el caso de esta obra bien se asemeja al de esas aguas pues parece que se ignora lo que en verdad ocurre bajo esa superficie aterida.
A simple vista vemos la historia de una universitaria que se adentra en el mundo de la prostitución de lujo. Este mundo se muestra como crudo y sumamente impersonal y está envuelto en un halo amenazador lo suficientemente sólido como para hacer comprender que ése no es un mundo asequible y que, al igual que en “Eyes Wide Shut”, es mejor no dar cuenta de esas fiestas a nadie. No es por lo tanto una representación acogedora y onanista a lo Jean-Claude Brisseau, ideal para recrearse en el morbo (las escenas de sexo ni se ven), si no que transmite esa atmósfera viciada y hostil que se respira en ciertas esferas, dónde hasta el placer, de tanto abusar de él, tiene que ser retorcido para resultar satisfactorio. Las imágenes, filmadas con una paleta en la que predominan los colores blancos, parecen envueltas en un halo onírico y aún hacen que la historia parezca más turbadora. Eso, unido a su rigor dramático, dan una buena película pero ver sólo eso es quedarse en la gélida superficie.
Cierto: la protagonista no despierta ninguna empatía. No creo que exista esa intención. La elección del título no es algo gratuito, es la alerta que sus verdaderas intenciones se ocultan en el subtexto. A esta Bella Durmiente no hay quien que la despierte y rescate porque vive en un mundo sin príncipes, cada vez más indolente, egoísta y exento de ideales. No estamos viendo la descripción del las escorts de lujo si no de las relaciones humanas en tiempos de la globalización. La distancia que toma la cámara, así como la simetría de gran parte de sus encuadres, acaso evidente muestra de su inspiración Pasoliniana, son la consecuencia de la temperatura que en líneas generales predominan en las relaciones. En un mundo dónde cada vez es más habitual mirarse sin verse, la proximidad y el afecto resultan insólitos. No por ello se nos muestra a Lucy como una víctima. También ella participa de esa comedia. En ninguno de sus empleos, la casa que comparte o la universidad vemos que tenga una relación verdadera. Lo único parecido a ello es Birdman, el amigo alcohólico, al que en verdad no ayuda y sólo frecuenta porque le parece manejable y sufre la misma adicción que la madre de Lucy, a la que ella esquiva e ignora. No es excepcional a sus semejantes.
A simple vista vemos la historia de una universitaria que se adentra en el mundo de la prostitución de lujo. Este mundo se muestra como crudo y sumamente impersonal y está envuelto en un halo amenazador lo suficientemente sólido como para hacer comprender que ése no es un mundo asequible y que, al igual que en “Eyes Wide Shut”, es mejor no dar cuenta de esas fiestas a nadie. No es por lo tanto una representación acogedora y onanista a lo Jean-Claude Brisseau, ideal para recrearse en el morbo (las escenas de sexo ni se ven), si no que transmite esa atmósfera viciada y hostil que se respira en ciertas esferas, dónde hasta el placer, de tanto abusar de él, tiene que ser retorcido para resultar satisfactorio. Las imágenes, filmadas con una paleta en la que predominan los colores blancos, parecen envueltas en un halo onírico y aún hacen que la historia parezca más turbadora. Eso, unido a su rigor dramático, dan una buena película pero ver sólo eso es quedarse en la gélida superficie.
Cierto: la protagonista no despierta ninguna empatía. No creo que exista esa intención. La elección del título no es algo gratuito, es la alerta que sus verdaderas intenciones se ocultan en el subtexto. A esta Bella Durmiente no hay quien que la despierte y rescate porque vive en un mundo sin príncipes, cada vez más indolente, egoísta y exento de ideales. No estamos viendo la descripción del las escorts de lujo si no de las relaciones humanas en tiempos de la globalización. La distancia que toma la cámara, así como la simetría de gran parte de sus encuadres, acaso evidente muestra de su inspiración Pasoliniana, son la consecuencia de la temperatura que en líneas generales predominan en las relaciones. En un mundo dónde cada vez es más habitual mirarse sin verse, la proximidad y el afecto resultan insólitos. No por ello se nos muestra a Lucy como una víctima. También ella participa de esa comedia. En ninguno de sus empleos, la casa que comparte o la universidad vemos que tenga una relación verdadera. Lo único parecido a ello es Birdman, el amigo alcohólico, al que en verdad no ayuda y sólo frecuenta porque le parece manejable y sufre la misma adicción que la madre de Lucy, a la que ella esquiva e ignora. No es excepcional a sus semejantes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y me parece que la directora aún propone otra lectura. Lucy, la chica que ha de tener tres empleos e incluso someterse a angustiosos ensayos científicos para poder subsistir, ha de prostituirse y alquilar su cuerpo para que unos burgueses adinerados puedan emplearlo para sus perversos designios. ¿No es ese otro signo de cómo se configura el mundo de las multinacionales o de cualquier infraestructura de envergadura? La carne de la clase trabajadora puesta al servicio de unos explotadores sobreprotegidos a los que nunca verán. Da igual que Lucy tenga carácter y sepa manejar a la gente, al final siempre tendrá que ser sumisa. Por supuesto se puede hacer con mucho más énfasis y menos alambicado, pero entonces también perdería esa capacidad de mimetizar las formas del sistema, que bajo una apariencia de trivialidad oculta un trasfondo mucho más emponzoñado.
Es en la suma de esas dos alegorías dónde se ha de encontrar el verdadero valor de la película y no en compadecerse de una pobre chica. Por todo ello, dado que es evidente que posee un discurso elaborado y nada obvio de captar, creo que no se trata de una simple intentona de escandalizar. Me extraña la agresividad con la que, por tendencia mayoritaria, se acoge a esta película. Parece que cuando una película, como es el caso tanto de “A Serbian Film” como de ésta, adopta un tono descarnado y áspero y no emplean paños calientes, es obligado vapulearlas sin analizarlas, pero quizá valga la pena no dejarse llevar por la apariencia, coger el pico y rascar el hielo de la faz y ver si en verdad ahí abajo hay algo que ver o sólo el gran vacío.
Es en la suma de esas dos alegorías dónde se ha de encontrar el verdadero valor de la película y no en compadecerse de una pobre chica. Por todo ello, dado que es evidente que posee un discurso elaborado y nada obvio de captar, creo que no se trata de una simple intentona de escandalizar. Me extraña la agresividad con la que, por tendencia mayoritaria, se acoge a esta película. Parece que cuando una película, como es el caso tanto de “A Serbian Film” como de ésta, adopta un tono descarnado y áspero y no emplean paños calientes, es obligado vapulearlas sin analizarlas, pero quizá valga la pena no dejarse llevar por la apariencia, coger el pico y rascar el hielo de la faz y ver si en verdad ahí abajo hay algo que ver o sólo el gran vacío.