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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
6
Drama. Fantástico El film se centra en la transición entre el siglo XVIII, el del racionalismo, el siglo de las luces y la sensualidad, y los principios del siglo XIX, el del romanticismo, el oscurantismo y la violencia. Dos famosas figuras personifican estos mundos, Casanova y Drácula. En Francia, en una atmósfera de corrupción y alegría artística, un veterano marqués, siempre acompañado por su sirviente de las tierras del norte, vive en un pequeño ... [+]
4 de agosto de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí sorpresa compruebo que, mientras miro esta nueva película de Albert Serra, la puedo ver sin irritación y con una curiosa mezcla de fascinación y tedio. Y al final incluso le encuentro cosas interesantes... hasta cierto punto.

Exceptuando "Crespià", su primera obra [semi-oficial], he ido viendo todas las películas de Serra. La primera la vi con aborrecimiento, la segunda sin ya tanta inquina y ésta hasta con cierto agrado. No sé si esa progresión se debe a que Serra ha aprendido a dominar los tiempos muertos, que yo he madurado como espectador o un poco de las dos cosas a la vez. Sea como sea, en ésta se comprueba que Serra hace esfuerzos por mostrar cualidades técnicas como se demuestra en la sutil harmonía cromática que se aprecia entre la decoración, la vestimenta y la íntima luz que se ve en la primera parte de la película o la sutil fotografía pictórica que se aprecia en los planos de naturaleza.
Y más importante: creo que los hechos de la obra están conducidos por un sentido muy específico. Sin abandonar el aire iconoclasta y desmitificador de sus anteriores obras, en esta ocasión, en vez del Quijote, toma a la figura de Casanova para utilizarlo como avatar de la decadencia. No por casualidad toma al sensualista por antonomasia y, encerrándolo en situaciones mayormente ridículas, lo muestra como un personaje casi patético. Ya no sólo se trata que sea visto alejado de la pompa de las cortes, dejándose la piel en echar un zurullo o perorando con aire pedante en las reuniones, además, cuando por fin triunfa y consigue echar un clavo, escenifica un acto alejado de cualquier tipo de erotismo. La presencia de Drácula, a caso un símbolo de la muerte, creo adivinar que Serra la utiliza para enfatizar el punto final del sensualista y del esplendor aristocrático que él representa. Es por ese motivo por el que se nombra en diversas ocasiones a la revolución de 1789.

No veo en ello algo 100% innovador. Comparte esa visión con "La noche de Varennes", de Ettore Scola y, hasta cierto punto, con el "Il Casanova di Federico Fellini", sin embargo al pasarlo por el filtro de su estética, adquiere un aire fresco, nada formulario o convencional y que justifica la obra, pues además entra en consonancia con el tono burlón que tiene el resto de su filmografía. Su toque artificioso (visible sobre todo en los diálogos, la dirección de actores y la duración de las escenas) vuelve a tomar relieve para denotar auto-consciencia, que el director se sabe creador de un artificio y que no intenta seducirte con falsas inocencias y otras frivolidades comerciales; también su fino aire desmitificador, su intención de apegarse a una estética más audiovisual que narrativa y por descontado esa intención de querer pillar al espectador a contrapié.

Es quizá por eso último que creo que nunca acabaré de encajar plenamente con su cine. No encuentro plena justificación a cosas como la duración de la película, la utilidad de muchas escenas y los puntos álgidos no los aprecio como deslumbrantes o maravillosos. Serra parece que se basta él solito adoptando ese aire de genio impostado, como si fuera un Dalí de Banyoles, que a veces exagera en sus apariciones públicas, pero yo no le encuentro demasiada gracia o que torpedee nada que yo aborrezca. No estoy en su onda, aunque ahora por fin creo que ya puedo verle algún atractivo sin por ello percibirle como un estrafalario ombliguista pedante pretencioso y un [ponga aquí un adjetivo Boyero aleatorio] con muchas ganas de tomar el pelo. Y eso ya es mucho más de lo que hubiese creído poder decir tras ver "Honor de cavalleria".
Jean Ra
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