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Voto de harryhausenn:
7
6,5
965
Drama
Una historia melancólica y alegre sobre los clientes de un café cuyos dueños son fanáticos de la música clásica. Una de las clientas habituales (Kim Minhee) es una mujer que siempre se sienta en una esquina a escribir en su ordenador. Ella encuentra la inspiración en los diálogos que se suceden a su alrededor y, de alguna forma, los adapta y transforma a su gusto introduciéndose ella misma en la historia. ¿Será ella la autora real de ... [+]
30 de diciembre de 2018
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra vez Hong Sang Soo. Tras la increíble proeza de estrenar cuatro películas más que interesantes en un año, el coreano no se ha dormido en los laureles y este 2018 ya ha rodado dos. Grass es la primera de ellas. Apenas una hora de duración y un par de decorados sirven para añadir otra perla de incalculable valor a la filmografía del director. En ella, una aspirante a escritora de más que cuestionable talento intenta encontrar inspiración en las conversaciones que oye a su alrededor en una cafetería. Sang Soo vuelve a demostrarnos que simpleza no implica necesariamente superficialidad o dejadez. Casi al contrario, a lo largo de su carrera ha logrado transmitir emociones complejas con una desnudez técnica sorprendente. Grass no es menos y encuentra un equilibrio perfecto entre el divertimento narrativo y el sentimiento de su texto.
La película sigue un vaivén entre dos cafeterías pero también entre la ficción y la realidad. La protagonista, mientras escribe en su portátil, escucha conversar a unos jóvenes, luego a una pareja madura y luego a dos compañeros de trabajo. Se va con su hermano a conocer a su nueva cuñada al café de al lado para volver poco después al bar inicial y así escuchar otra vez a los compañeros de trabajo conversar con la pareja madura, luego a los jóvenes y terminar ella misma formando parte de esas conversaciones.
La película sigue un vaivén entre dos cafeterías pero también entre la ficción y la realidad. La protagonista, mientras escribe en su portátil, escucha conversar a unos jóvenes, luego a una pareja madura y luego a dos compañeros de trabajo. Se va con su hermano a conocer a su nueva cuñada al café de al lado para volver poco después al bar inicial y así escuchar otra vez a los compañeros de trabajo conversar con la pareja madura, luego a los jóvenes y terminar ella misma formando parte de esas conversaciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Un efecto boomerang diálogo tras diálogo. Como ya es marca de la casa, cámara a nivel de la mesa, con un actor a cada lado. Sang Soo confirma su plano característico al igual que Ozu hizo en su día posando la cámara en las mesas bajas de comedor, lugar de reunión familiar. Podemos intuir además un guiño al maestro japonés con las continuas referencias al soju. El licor coreano ayuda a los desdichados personajes a olvidar sus penas al igual que el sake calmaba el dolor de los personajes de Ozu. Y hay motivo, pues Grass tratan temas muy delicados: casi todas las conversaciones giran en torno al suicidio y la culpabilidad que este provoca a su alrededor. Es por ello que tras escuchar estas confidencias de café, la protagonista estalla en cólera ante la ingenuidad de su hermano. Un joven impulsivo que está dispuesto a casarse con una chica a la que apenas conoce.
La protagonista pretendía ser una mera observadora del dolor ajeno, pero la emoción la sobrepasa y termina relacionándose con la gente que ella, en un principio, consideraba con cierta condescendencia sus creaciones artísticas. Es la viva representación del guionista que logra formar parte de su propio texto, convirtiéndolo en real y tangible en el momento en el que se involucra emocionalmente en él. Sólo así puede explicarse la verosimilitud de la fragilidad masculina que Hong Sang Soo tan bien domina, pues él se cuestiona a sí mismo cuando da vida a sus personajes. Curiosamente, todos los personajes masculinos beben de un vaso transparente, con el contenido visible a ojos de los espectadores. En el único momento en el que un joven deja en evidencia a una de las mujeres, él le roba el café para beber un sorbo de su taza opaca, como si invadiera el fondo emocional, protegido, de la joven.
Grass es una película en el que el mínimo movimiento de cámara nos informa de algo. Quizás el mejor momento de la cinta sea la conversación de dos desconocidos en la segunda cafetería. Un hombre de espaldas, una mujer que llora frente a él. El rostro de la mujer pasa de nítido a borroso según qué detalle quiere resaltar Hong Sang Soo. Y sorprendentemente, en vez de mostrarnos la cara del actor, únicamente filmará su sombra, para que captemos sus gestos pero para obligarnos a adivinar su expresión.
hommecinema.blogspot.com
La protagonista pretendía ser una mera observadora del dolor ajeno, pero la emoción la sobrepasa y termina relacionándose con la gente que ella, en un principio, consideraba con cierta condescendencia sus creaciones artísticas. Es la viva representación del guionista que logra formar parte de su propio texto, convirtiéndolo en real y tangible en el momento en el que se involucra emocionalmente en él. Sólo así puede explicarse la verosimilitud de la fragilidad masculina que Hong Sang Soo tan bien domina, pues él se cuestiona a sí mismo cuando da vida a sus personajes. Curiosamente, todos los personajes masculinos beben de un vaso transparente, con el contenido visible a ojos de los espectadores. En el único momento en el que un joven deja en evidencia a una de las mujeres, él le roba el café para beber un sorbo de su taza opaca, como si invadiera el fondo emocional, protegido, de la joven.
Grass es una película en el que el mínimo movimiento de cámara nos informa de algo. Quizás el mejor momento de la cinta sea la conversación de dos desconocidos en la segunda cafetería. Un hombre de espaldas, una mujer que llora frente a él. El rostro de la mujer pasa de nítido a borroso según qué detalle quiere resaltar Hong Sang Soo. Y sorprendentemente, en vez de mostrarnos la cara del actor, únicamente filmará su sombra, para que captemos sus gestos pero para obligarnos a adivinar su expresión.
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