Haz click aquí para copiar la URL
Voto de harryhausenn:
7
Comedia. Romance Los Ángeles, años 30. En la meca del cine, el joven recién llegado Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), sobrino de un poderoso agente y productor de Hollywood (Steve Carrell), se enamora de Vonnie (Kristen Stewart), la guapa secretaria de su tío Phil. (FILMAFFINITY)
30 de mayo de 2016
136 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
Café society es el término acuñado en los años treinta que se utiliza para designar a los habituales en cafés, clubs y restaurantes de moda. Woody Allen sitúa su nuevo film en esta época, a caballo entre Los Ángeles y Nueva York, para mostrarnos un preciso estudio del ambiente de entonces en ambas ciudades. La película, en la que el propio director participa como narrador, nos pone al día de los pormenores y cotilleos de las personas más respetables de la aristocracia estadounidense que se entregan a los placeres mundanos en fiestas en torno a una piscina o en clandestinos clubs de jazz, cuando no al crimen.

Aunque el film hace constantes menciones a los dramas románticos protagonizados por Barbara Stanwyck, la primera referencia que nos viene en mente al ver la película es Truman Capote. En la polémica novela inacabada Plegarias atendidas el escritor utilizaba la figura de un chapero para diseccionar los secretos y miserias de la socialité más próxima a sí mismo, hazaña que le valió numerosas enemistades durante la redacción. El club Les tropiques de la película bien podría tratarse de La côte basque de la novela, donde los acaudalados clientes se exhiben cuales pavos reales para disimular las miserias de sus vidas privadas, de las que todo el mundo parece estar al corriente.

Mientras Capote pretendía actualizar los ambientes de En busca del tiempo perdido de Proust utilizando la decadencia y la depravación de sus círculos cercanos para meter el dedo en la llaga; Woody Allen, en cambio, observa y rememora ciertos modos de vida con admiración por la extravagancia, como si en los años 30 incluso los individuos más frívolos y superficiales hubieran tenido una factura impecable.

"Para ver y dejarse ver" es el acertado subtítulo del film donde el sobrino de un importante magnate del cine desembarca en Hollywood para conocer el amor y el desamor. La asistente de su tío le enseña la ciudad y ambos se enamoran al ver que son dos personas que no encajan en ese ambiente de lujos obscenos. Eisenberg y Stewart trabajan por tercera vez juntos y la química es evidente. Resulta sorprendente observar cómo dos actores tan antipáticos llenan la pantalla al compenetrarse, de la misma forma que hicieron en la nostálgica comedia adolescente Adventureland.

Pero Café society no es solamente una comedia romántica. La película también habla de cómo cambiamos con el tiempo, de cómo separarse del dolor no siempre nos lleva a la felicidad y de los recuerdos del amor platónico de juventud, muy en la línea de Esplendor en la hierba. Las ambientaciones son casi perfectas. El frenesí de los estudios de Hollywood viene representado de forma más auténtica que la malograda Hail César de los Coen, estrenada unos meses antes en la Berlinale, y los bajos fondos neoyorquinos nos remiten al encanto de Balas sobre Broadway, también de Woody Allen.

Además, en el último tercio del film la comedia va desapareciendo sutilmente dejando paso a una melancolía que estalla en el perfecto final abierto, como si de repente nos hubiéramos topado de bruces con un drama sureño en pleno Central Park. Los protagonistas ausentes, perdidos en recuerdos que han dejado pasar y sin que podamos entender qué será de cada uno de ellos. Un film más que agradable, otra carta de amor de Allen a Nueva York, otra hora y algo en la que el director nos hace viajar en el espacio y en el tiempo. Una suerte tener a Woody Allen.
harryhausenn
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow