El otro día vi esta divertidísima película de Guy "Rockanrolla" Ritchie. Y si bien no es una película a la altura de Snatch (para mí, la mejor de Ritchie), tengo que advertirles que se pasa un muy, MUY, buen rato con el recital de Robert Downey Jr. interpretándose a sí mismo y un guión bastante bien planteado y que no tiene más pretensiones que entretener con una caricaturizada aventura del celebérrimo detective británico.

La película nos sitúa en lo yo denominaría "el penúltimo caso de Sherlock Holmes" (en el spoiler explicaré el por qué del misterio, querido Watson). En su inicio, se nos muestra a Watson (Jude Law), con una imagen mucho más belicosa y definitivamente resuelta que la que nos narra Conan Doyle en sus obras, que está a punto de casarse y quiere abandonar las investigaciones criminales con el excéntrico Holmes (Downey Jr.), que por su parte ha metido entre rejas a un peligroso criminal con un halo de misterio en torno a extraños sacrificios y un inquietante tinte sobrenatural a su alrededor (Mark Strong).

La historia no la desvelo porque merece la pena seguirla "in butacu", aunque garantizo que hay giros y despistes para el espectador, que acaba a veces confundido ante las "elementales" deducciones del locuaz Holmes. Esto podría haberme molestado sobremanera (no me gusta ser engañado vilmente) de no ser porque el personaje era exactamente así en la literatura, así que sabía a lo que iba.

Los personajes han experimentado una "revolución". Holmes es un luchador temible en el cuerpo a cuerpo (atrás queda la mención a su fiel látigo) y Watson es un veterano espadachín, fruto de su periplo en el ejército (no obstante, esto queda más patente en la sinopsis que en la película). Pero alejándose de las cuestiones meramente marciales, Holmes sigue siendo un intelectual arrogante, sagaz y sarcástico como nunca (no tienen precio los diálogos con el inspector Lestrade). Watson, por su parte, es el personaje que más cambios experimenta. Adiós al aire de sumisión y profundísima admiración por Holmes. Determinado, casi tan astuto como Holmes y definitivamente intrépido. ¡Menudo aliado para tamaño detective!

Añadan escenas de lucha al estilo Ritchie, una historia entretenida y fina ironía en la mayoría de los diálogos y tienen el lienzo. Sólo un defecto, por ser exigente: El villano es más un sicario que un malvado a la altura de Holmes. Le concederán el beneficio de la duda al inicio, pero al final se desmorona de una forma tan prematura y casi cómica que deja un sabor agridulce. Una lástima.

Lo mejor: Downey Jr.
Lo peor: Mark Strong no es el villano que esta película necesitaba.

Vean el spoiler para algunas curiosidades made in Pliskin.