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Voto de Chris Jiménez:
8
Drama. Acción San Francisco, enero de 1960. Frank Lee Morris (Eastwood), un preso muy inteligente que se ha fugado de varias prisiones, es trasladado a Alcatraz, cárcel de máxima seguridad situada en una isla rocosa en medio de la Bahía de San Francisco. A pesar de que nadie ha conseguido nunca evadirse de allí, Frank y otros reclusos empiezan a preparar minuciosamente un plan de fuga. (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fortaleza inexpugnable, Alcatraz se erige triunfante sobre el duro peñón que le da nombre, dispuesta a acoger entre sus muros a la peor escoria de la sociedad.
"Nadie ha logrado nunca fugarse, ni nadie lo logrará". Sin embargo tres hombres se enfrentaron cara a cara a "La Roca", tres hombres convertidos en leyenda.

Frank Lee Morris y John y Clarence Anglin, dispuestos a no seguir soportando las despiadadas condiciones del lugar y que el 11 de Junio de 1.962 llevaron a cabo el plan de fuga más minucioso de la Historia de la penitenciaría, lo que provocó el cierre definitivo de ésta al año siguiente. Dicha fuga quedaría registrada poco después en el libro de J. Campbell Bruce "Escape from Alcatraz", adaptado por Richard Tuggle (posterior director "parcial" de "En la Cuerda Floja"), quien, después de varios intentos de vender sin éxito su guión, acabaría ofreciéndoselo a Don Siegel.
Éste no tardó en desear hacer la película contando una vez más con Clint Eastwood, entonces ya director de seis títulos. Tras ocho años desde su más reciente colaboración, "Fuga de Alcatraz" se habría de convertir en la quinta y última, ambos reunidos en un escenario familiar (San Francisco; además de ser el lugar de acción de "Harry, "el Sucio" " fue visitada por Siegel en "Contrabando", así como Alcatraz por Eastwood en "Harry, "el Ejecutor" ") aunque finalizando su larga relación de un modo poco afectuoso (el director acudió a Paramount para que se encargaran de la distribución del film, en contra de la intención de Eastwood de hacerlo bajo su compañía, Malpaso).

La historia se inicia en la tormentosa noche del 18 de Enero de 1.960, con la llegada de Frank Morris a la prisión, un lugar cuya escalofriante presencia degenera el bonito paisaje de la bahía; desde el mismísimo comienzo, en el barco, también seremos testigos del maltrato hacia los reclusos, cuyo cénit se alcanza en ese momento en que los guardias obligan al protagonista a caminar desnudo hasta su celda. Las normas en el interior se rigen por un estricto protocolo, casi de orden militar ("¿No quieres pasta, recluta?", pregunta Litmus), mientras reina el silencio, la melancolía y la violencia (encarnada en un desagradable individuo que fija su atención en Morris).
La entrevista con el anónimo alcaide desvela la primordial función de Alcatraz: retener a los convictos que han sido rechazados por otras cárceles. "No pretendemos formar buenos ciudadanos, pero sí buenos reclusos"; sus afiladas palabras describen a la perfección la dura situación del lugar y el rol vital que le toca aceptar al preso contra su voluntad (sin recibir noticias del exterior, la prisión será su único mundo). Este intenso cara a cara queda zanjado con el desafío que lanza el alcaide a Morris ("Nadie ha logrado nunca fugarse, ni nadie lo logrará").

"Fuga de Alcatraz" destaca en que nos revela poco a poco y gracias a los concisos diálogos (aunque nunca del todo) el pasado de unos personajes de trazo grueso atrapados por la desesperanza y la frialdad de aquellos que les vigilan, estableciéndose un orden de jerarquía con éstos que les mantendrá eternamente separados (el protagonista es Frank para sus compañeros y Morris para los guardias), y a la vez entre ellos, llegando incluso al apoyo y la camaradería, lo que hace más llevadera la asfixiante brutalidad vivida en el interior, representada de la forma más cruda en esa secuencia en la que Dalton se corta los dedos, inspirada en un suceso real.
Pero al contrario que otros films carcelarios, Siegel no profundiza demasiado en el aspecto dramático, social o psicológico que pueda ofrecer la trama (el cual sí tocaba en "Motín en el Pabellón 11") y decide centrarse por completo, pasada la primera mitad, en la fuga de Morris, los hermanos Anglin y Butts (nombre ficticio de Allen West), quien jamás pudo salir. Sirviéndose de una cautelosa banda sonora y la brillante fotografía de Surtees, demuestra una vez más su habilidad para la intriga y la tensión, manejando su cámara con nervio, siguiendo a los convictos por los rincones más oscuros y sucios y describiendo a conciencia cada paso dado por éstos frente a la ignorancia del alcaide y sus secuaces.

Esto provoca que la película, cuyo metraje abarca un periodo de dos años, se desarrolle con velocidad, nunca haciendo paradas innecesarias; el estilo es directo, inclinado hacia el suspense, por lo que el espectador puede dejarse llevar sin preocupaciones. Bien respaldado por actores tan notables como Larry Hankin, Paul Benjamin, Frank Ronzio, Roberts Blossom y Patrick McGoohan, que da vida al despiadado alcaide, Clint Eastwood se muestra más frío y circunspecto que nunca a las órdenes de su mentor Siegel (quizás el único director al que ha respetado verdaderamente).
Con influencias de "La Gran Evasión", la estrenada tan solo un año antes "El Expreso de Medianoche" o el clásico del francés Jacques Becker "La Evasión", éste fue un gran éxito de taquilla y crítica y la mejor colaboración entre Eastwood y Siegel después de "Harry, "el Sucio" ", además de una de las más emblemáticas obras del director, la cual guarda en sus imágenes un importante significado más allá del aspecto cinematográfico: un año después de la espectacular fuga la prisión cerraría sus puertas, y un año después del estreno del film Eastwood se quitaría para siempre su "máscara" (ese grotesco rostro de papel maché que elabora el personaje) iniciando una etapa de su carrera completamente nueva. Un cambio vital para ambos hombres.

¿Y qué fue de Morris y los Anglin? ¿Terminaron triunfantes o se ahogaron las aguas de la bahía? Nadie lo sabe con certeza, pues jamás fueron hallados...
En contra de las cínicas creencias del alcaide, pensemos mejor en que traspasaron los muros de la invulnerable Alcatraz en nombre de la libertad y lo lograron. Seguramente los únicos.
Chris Jiménez
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