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España España · Zaragoza
Voto de Pat:
6
Comedia Paco y Virgilio son dos golfos madrileños que viven del timo en todas sus variantes: desde el timo de la "estampita" al "tocomocho". En cambio, Julita, la hermana de Paco, y Katy, su mejor amiga, viven honradamente trabajando como mecanógrafas en una agencia de viajes. Como la policía les sigue la pista, son cada vez más frecuentes sus visitas a la comisaría y sus estancias en la prisión de Carabanchel. (FILMAFFINITY)
3 de febrero de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años sesenta esta película se proyectaba en muchos cines de barrio. Sin embargo, cuando un@ es pequeñ@ no advierte según qué cosas y se queda en la trama, en la ñoñería y la ramplonería de lo que era el cine español. “¿Qué echan?” Solíamos preguntarnos los chicos entre nosotros los sábados o domingos, refiriéndonos al cine del barrio. Cuando la respuesta era, “una española”, sabíamos que la cosa no era para echar cohetes. Porque “española” quería decir que se trataba de aquellos dramones que contenían las esencias de una peculiar manera de entender historia española por parte de la dictadura (Como "Locura de amor", por ejemplo), o bien, las insoportables y tediosas películas con afán evangelizador (como "Marcelino pan y vino") : es decir, el nacional catolicismo en imágenes. Un dispositivo mediático provinciano al servicio del la amnesia y el atontamiento.
Este era el sombrío panorama del cine español de la dictadura, salvo escasas excepciones. Por ejemplo, "Surcos" de Nieves Conde, de 1951.
Al final de los cincuenta e inicio de los sesenta, las películas españolas se insertan en el desarrollismo, asumiendo sus ideales liberales y cierta apertura del régimen. Se trata de vender otra España, igual de inculta, igual de atrasada, pero en colores. La película"Los tramposos" sería una proto-promoción de la España de sol y playa, que se sintetiza en el "Spain is diferent" que Manuel Fraga difundiría en su periodo como ministro de Industria y Turismo de la dictadura franquista en los años sesenta.
Y ahí tenemos una metáfora de la España profunda: la picaresca tan nuestra y tan castiza, materializada en dos simpáticos españolitos. Gracejo, creatividad y cierto toque humano para acercarnos a dos tipos que resumen la esencia de nuestra españolidad: todo vale para engañar. En la actualidad, cuando la corrupción en este país alcanza cotas inimaginables y parece ahogarnos a todos, el film es un trágico espejo. Hace poca gracia visto así. Da la impresión de que esa marea negra y sórdida impregna todo y toca de lleno la dignidad de las personas y la credibilidad del país. Lo trágico es que, a mi entender, el engaño, la mentira y el fraude, aún a escala mucho mayor, sigue viéndose como algo simpático, o perfectamente perdonable, por una mayoría. Quizá, como digo, porque mucha gente se identifica con determinadas prácticas fraudulentas. Y desprecia la dignidad, el trabajo serio o el respeto por la cosa pública.
Se tiene la impresión de que el “sueño democrático” ha durado poco y ha sido eso, un sueño. Estamos otra vez en esa España atrasada, pobre, inculta y arrogante que se adivina en el Madrid de la película.
Sin duda, tiene cierto interés, aparte de los aspectos sociológicos comentados, por la actuación de extraordinarios actores, como C. Velasco, o T. Leblanc, o el humor de determinadas imágenes y diálogos.
Pat
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