Después de una tercera y desacertada entrega de la saga de "Spider-Man", el señor Raimi regresó a sus orígenes con un filme que va acerca de una maldición gitana y una desesperada carrera por parte de la protagonista (Alison Lohman) para evitar la condenación eterna. "Arrástrame al Infierno", calificada positivamente por la mayor parte de la crítica y recaudadora de mucha pasta en cartelera, es un filme entretenido y un pasatiempo para los que aman las historias sobre la magia negra y el género de Sam Raimi (terror mezclado con toques humorísticos).

Puede que el final sea predecible, pero puede que no hubiera otro mejor. Las cosas que más importan son: la ambientación, los escenarios, la música de suspense de Christopher Young (quien de vez en cuando deja sitio a las notas de un violín) y el siguiente paso-o la siguiente escena-que da el argumento conforme avanza. Desde mi propia observación, no es uno de los mejores filmes terroríficos (o de humor negro) que haya llegado a ver; pero no es uno de esos trabajos que son para dejarlos muy arrinconados en una estantería. (En otras palabras, que no tiene por qué ser tratado como un objeto para "usar y tirar").

La trama-inmersa en unas situaciones en las que aparentemente no existe Dios-está hecha para que los espectadores se cuestionen los actos del personaje central: Hizo lo que hizo en beneficio propio, aunque también hay que prestar atención a los detalles, a las circunstancias que la movieron a negarle el aplazamiento a la señora Ganush (como la presencia de su rival en el banco). ¿Se merecía el castigo que se le dio? Si a la anciana le quedaba poco de vida, ¿no podría haber pasado el resto de sus días u horas junto a sus parientes? ¿No sobreactuó cuando suplicó?

Dentro del reparto y la interpretación, la única persona que se luce, aunque no llega a salir mucho, es la siniestra anciana (Lorna Raver) que invoca al demonio que atormenta a Christine, a quien el director machaca bastante al igual que machacó a Ash (el cual no aparece en la película para decepción de los admiradores de Bruce Campbell).

Eso sí. Si a algún interesado le apetece echarle una ojeada a este filme, que se lo piense un poco en caso de que tenga unas tripas que se revuelven con facilidad. Hay momentos en los que a uno se le quitan las ganas de zamparse un aperitivo, a menos que esté acostumbrado a asquerosidades semejantes a las que verá.