Hoy en día uno se encuentra con una triste realidad en lo que tiene que con el sub-género "zombie", ya que gracias a la televisiva “The Walking Dead”, se ha llegado a un punto en el que ya ver un muerto viviente no causa ningún impacto y ha llegado a verse de lo más normal, común y lo peor: Vulgar.

Y si bien es cierto que se realizan muchos títulos, también es cierto que no todos llegan a ser valiosos como debería, salvo unos poquísimas excepciones como esta agradable sorpresa basada en un best-seller (que en lo personal desconocía su existencia) y que lo es aún más cuando sin muchas expectativas, ni un holgado presupuesto de un "blockbuster", logra realizarse de tan buena manera y casi que poner de cabeza lo que creíamos saber sobre un "zombie".

Contando entre sus productores al mismísimo Simon Pegg, el proyecto dirigido por Colm McCarthy brilla sobre sus congeneres y se convierte en una de las mejores propuestas dentro del género, por el simple hecho de que no se aleja de lo que una película de "zombies" debe ser y tener, pero es que a más de aportar unas ideas notables, (tanto de origen y apocalipsis, como de cura o extinción) se atreve a explotarlas lo justo y necesario para llevar al espectador a donde menos piensa y de "yapa", como diríamos en mi país, toca temas sociales y problemáticas muy actuales a través de una metáfora bastante inteligente y muy sutil.

Dentro del reparto remarcar nombres que normalmente uno no encontraría en una producción de este tipo, empezando por una genial Glenn Close acompañada de una siempre dulce y certera Gemma Arterton y con un correcto Paddy Considine, a quien le sentaría de maravilla participar más seguido en este tipo de realizaciones.

No puedo olvidarme de nombrar a esta jovencita llamada Sennia Nanua, auténtica dueña de la función con un carisma y una humildad que traspasan las pantallas y se pueden sentir a flor de piel. Sensacional.