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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Cine negro. Thriller Un policía descontento con su trabajo, que culpa a los demás de sus problemas en el departamento, es designado para investigar el caso de un merodeador que ronda la casa de una mujer casada espiándola por la ventana del cuarto de baño. El policía se obsesiona por la mujer e imagina que si el marido muriera violentamente, el merodeador cargaría con las culpas. (FILMAFFINITY)
1 de junio de 2015
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay mucha, muchísima gente, que está en la profesión equivocada, pero sigue allí porque “no tengo otra cosa que hacer”, “el empleo está muy escaso”, “ya me acostumbré a esto”… y otra variedad de excusas que, en definitiva, se resumen en una sola: ¡No tengo coraje para definir que es lo que me gusta y decidir hacerlo!

Además de inestabilidad, salarios misérrimos y condiciones laborales insatisfactorias, aquella es una de las principales razones por la que cada sociedad padece una enorme línea de profesionales incompetentes y apáticos, empleados negligentes y sin entusiasmo, y burócratas entre deshonestos, irresponsables y medio-sádicos.

Webb Garwood tampoco está conforme con su labor como policía, labor que asume tras ver frustradas sus aspiraciones como deportista… así que, cuando una atractiva coterránea se pone a su alcance, se entera de que no está casada precisamente por amor, y además sabe que cuenta con un significativo testamento a su favor, al policía le regresan sus aspiraciones de tener un motel propio y ser independiente… y entonces, va a hacer uso de todo su ingenio para que su sueño se haga realidad.

Este es el comienzo de una impactante historia de amor y otras conveniencias, que, el director Joseph Losey, ha realizado con los mejores patrones del cine de calidad. Sus personajes centrales Webb Garwood (un eficasísimo Van Heflin, en un rol desacostumbrado) y Susan Gilvray (Evelyn Keyes, con algo de biográfico en este cuento), están tan bien caracterizados que, con frecuencia, les basta un simple gesto o una mirada para que consigamos adivinar las percepciones e ideas que pasan por sus mentes. Esa óptima interiorización, hace factible que nos compenetremos muy hondo y nos mantengamos todo el tiempo alerta, logrando el filme envolvernos por completo, pues casi sentimos que respiramos sus emociones y que es a nosotros mismos a quienes suceden los hechos.

Un eficiente guión de Dalton Trumbo -firmado esta vez por el testaferro Hugo Butler para evitar la represión de un Estado en el más decadente de sus ejercicios: ¡Perseguir al Arte más excelso!- sirve de base a esta película, capaz de mostrar a los seres humanos en marcadas situaciones de decadencia moral, pero caracterizados de tal manera que logra nuestra comprensión, nos sensibilizamos con ellos, y como suele ocurrir en las obras de Trumbo, deploramos sin duda tal comportamiento, pero no conseguimos que nuestro corazón alimente la más mínima condena. A esto le llamamos Entendimiento… una razón tan poderosa que, de inmediato, desvanece toda intención de juicio.

Una vez más -ejercicio de Trumbo, ya recreado en otros términos en “The boss” y en “Lonely are the brave” y acogido a plenitud por el gran Joseph Losey- luce impecable la metáfora del hombre que lucha por alcanzar la cima… con sus equilibradas consecuencias.

Termino con uno de esos suspicaces diálogos que me hicieron reír:

Bud, el veterano policía, escucha a Susan quien describe lo sucedido cuando viera a un hombre merodeando por su casa:
-Pensé que si tomaba un baño me sentiría mejor –dice ella- y cuando me estaba poniendo el albornoz… ¡él estaba ahí, mirándome!
A lo que el policía comenta:
-Es mejor que cierre las ventanas. En los bancos no dejan el dinero a la vista, así evitan las tentaciones.

Título para Latinoamérica: “EL CÓMPLICE DE LAS SOMBRAS”
Luis Guillermo Cardona
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