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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama. Cine negro Cuando el segundo marido de Mildred Pierce (Joan Crawford) es asesinado, la policía la interroga. La mujer cuenta cómo ha sido su vida desde que se casó por primera vez y cómo se ha sacrificado para proporcionar a su hija (Ann Blyth) todas las oportunidades que ella nunca tuvo. (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay varias tácticas infalibles para tirarse en los hijos. Por ejemplo: Déjese embarazar sin amor, así, usted dará muy poco afecto a su hijo, pues, nada se hace con verdadera alegría, mientras no sea el gusto y la voluntad plena lo que nos anime. Después, no se capacite para ser padre o madre y dedíquese a repetir las mismas barbaridades que sus padres hicieron con usted... así, generación tras de-generación, los hijos que con tanta esperanza le dio la vida, serán cada vez peores. Luego, oblíguelos a hacer todo lo que usted quiera que hagan, de esta manera, ellos no conseguirán autodefinirse y serán unos idiotas que harán siempre lo que otros les digan. De ñapa, sea moralmente indigno… ¡Ah! y además, sea indiferente, no dialogue, no aconseje, no juegue... y siempre que vaya a reclamar algo ¡cantaletee!; olvídese de los halagos y caricias.

¿Y saben?, también hay otra manera bien intencionada, pero bien segura de tirarse en los hijos: Concédales todo, ¡absolutamente todo lo que deseen! “No quiero que ellos carezcan de lo que yo carecí”, “Quiero complacerlos hasta que me muera”, “Mientras yo pueda, jamás les negaré nada”... Con frases “conmovedoras” como esas y con acciones fieles a estas palabras… usted tendrá hijos sin tolerancia al fracaso; convencidos de que todo les es debido; incapaces de buscar la autonomía; agresivos el día que por fuerza mayor se les niegue algo; e incapaces de valorar a sus padres por algo diferente a las cosas materiales que, éstos, les proporcionan.

Algo así, fue lo que le pasó a la voluntariosa, Mildred Pierce. Tuvo todo el tiempo del mundo para progresar económicamente… pero se le olvidó sacar tiempo para capacitarse como madre, porque, como tanta otra gente, Mildred pensó que se nace mamá y que la formación de los hijos es algo tan simple que ¡para qué capacitarse! "¿Cuándo las gallinas estudian? ¡Y siempre sacan adelante a sus pollitos!" Comentaba muy seriamente un padre de familia durante una charla formativa que alguna vez dicté. Recuerdo que le respondí con una chorrera de preguntas: ¿Y cuánto viven las gallinas? ¿Tienen un proyecto de vida? ¿Sufren de estrés, depresión, angustia existencial, frustración...? ¿Se enamoran? ¿Estudian o trabajan? ¿Transforman, piensan, se comparan, sienten envidia o celos?

La novela, "Mildred Pierce" (1941) de James M. Cain, renombrado autor a quien debemos joyas como, “The Postman Always Rings Twice" o "Double Indemnity", sirve de base a este drama -ligeramente pintado de film noir-, en el que pesan más las relaciones interpersonales, vistas desde lo familiar y lo social, y con firme asiento en los más relevantes valores morales.

Mildred, es una bella mujer que, tras separarse de su esposo y deseosa de complacer a sus hijas, Kay y Veda, se convierte en camarera de un restaurante donde rápidamente aprende el oficio... y no tardará en asumir el reto de empresaria. A ella le ama, Wally Fay, quien la ayuda incondicionalmente con el único deseo de permanecer a su lado, pero ella mira hacia otro lado... y hacia ese mismo lado -de apellido Beragon-, comenzará a mirar su linda hija, Veda. De esta manera, se inicia un triángulo amoroso donde aflorará la humillación, el desengaño, la mentira, el oportunismo, y otra serie de liviandades que, a veces, se apoderan de los corazones más endebles.

El director, Michael Curtiz, consigue una brillante actuación de, Joan Crawford, con la cual se haría merecedora al Premio Oscar por Mejor Actriz; y en general, el elenco que la rodea -sobre todo, Ann Blyth y Jack Carson– logra crear un drama de poderosa eficacia y de importantes significados

Título para Latinoamérica: <<EL SUPLICIO DE UNA MADRE>>
Luis Guillermo Cardona
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