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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Comedia Basada en hechos reales, cuenta la historia de Henri Verdoux, un hombre de doble vida. Por un lado es un respetable hombre casado padre de un hijo, pero por otro es un seductor que, bajo otra identidad, se dedica a casarse con viudas ricas a las que posteriormente asesina para quedarse con su fortuna. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
- "¡Tienen ante ustedes a un monstruo lleno de crueldad y cinismo... –exclama el fiscal que juzga a, Henri Verdoux, y estirando su largo brazo para señalarlo, agrega - mírenlo!
Al instante, Verdoux mira hacia atrás creyendo que es a otro a quien señalan.

Una imagen impecable, lúcida, dotada de la conciencia precisa que, los mal llamados jueces, ignoran por completo porque, ante un hombre común, sin influencias de ningún tipo, sin compromisos políticos y sin poder económico que lo favorezca, la “justicia” es implacable y hace cuanta alharaca puede de que sí funciona para aligerar su turbia conciencia. Lástima que, con su afán paternalista, Chaplin haya caído enseguida – ¡y otra vez! - en la trampa del discurso con el que niega al espectador, medianamente lúcido, el derecho de sacar sus propias conclusiones.

Pero, cuán válida e imprescindible es la sustentación argumental con la que da a su personaje ese toque profundamente humano que, por entendimiento y no por deber ser, nos induce luego a la tolerancia. Esa esencia primigenia que brota en la escena con la adorable chica (Marilyn Nash) a la que quiere usar como conejillo de indias; esa aceptación estoica de la derrota cada vez que siente que el universo pone un obstáculo a sus intenciones; o ese acceso final al entendimiento de dar libre paso a lo indefectible -todo muy bien trazado desde lo puramente estético-, hace de, <<MONSIEUR VERDOUX>>, una obra cinematográfica digna de la permanencia.

Los conflictos políticos que generó y la repulsa que le hicieron en algunos lugares, tan sólo daba cuenta de rancios reproches y del efugio patriotero que albergaban ciertas sociedades. Pero, ¡cuánta dolorosa verdad hay en sus frases!:
"La chica: -Me casé con un fabricante de municiones.
Verdoux: -Creo que debí dedicarme a eso.
La chica: -Sí, pronto va a dar grandes dividendos".

“Por un asesinato se es un villano, por miles se es un héroe. Los números santifican”.

Un buen elenco, en el que sobresale por su descocada gracia la comediante, Martha Raye (Annabella), acompaña éste sobresaliente filme, donde desaparecía, Charlot, para dar paso a un hombre que, por fin, aceptó hablar, porque quizás comprendió que tenía unas cuantas cosas que decir.
Luis Guillermo Cardona
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