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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Bélico Remake del filme bélico homónimo dirigido por Howard Hawks en 1930. Un oficial británico al mando de un escuadrón de pilotos novatos se verá obligado a ordenar a sus inexpertos hombres que se enfrenten a los veteranos aviadores alemanes. (FILMAFFINITY)
5 de mayo de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1915. Las ambiciones colonialistas del imperio alemán han desatado la Primera Guerra Mundial y los países aliados aúnan fuerzas para combatirlos como se merecen. En momentos en que Inglaterra tiene ya varias escuadras aéreas posicionadas en Francia, dispuestas a acabar con las bases militares alemanas, con los medios de transporte y con cuanto soldado se ponga a tiro, el mayor Brand, a cargo del escuadrón 59, comienza a lamentarse de la pésima calidad de los aviones de que dispone y de la manera absurda como los generales le envían muchachos inexpertos, sin tácticas de combate y con escasos recursos para defenderse de los expertos pilotos que comanda el capitán von Richter (remembranza de Manfred von Richthofen, el llamado Barón Rojo que, durante el tiempo que duró la guerra y hasta que él mismo fue blanco de la bala de un australiano que lo derribó desde tierra, se dio el lujo de dar de baja ochenta aviones de los aliados, sin contar los 151 aeroplanos británicos de los que se ocupó su unidad.

Entre los pilotos de Brand, se encuentra el capitán Courtney a cargo de la unidad A, y éste con su compañero de equipo y gran amigo Scott, se han convertido en una fuerza aguerrida que, infortunadamente, no cuenta con un calificado equipo de apoyo… y entonces, casi a diario, les toca presenciar el regreso de sus unidades reducidas al mínimo por las bajas que, sin mayor dificultad, les causan von Richter y los suyos.

Filme antibelicista por donde se mire y un ferviente homenaje a la amistad representada aquí en cuatro hombres (Courtney, Scott, Brand y Phipps), “LA ESCUADRILLA DE LA AURORA” resplandece como un filme de gran valía porque recrea parte de unos hechos históricos que poco honor, pero sí una gran vergüenza y muchísimo sufrimiento, causaron a la humanidad.

El filme es un remake de la película que con el mismo título (“The dawn patrol”) hiciera Howard Hawks, filme tan bien logrado en sus aspectos técnicos que, algunas escenas de vuelo, se retomaron para la versión de Edmund Goulding. Pero el talento de este director inglés para el manejo actoral fue siempre muy estimable, y lo que logra aquí con Errol Flynn, David Niven, Basil Rathbone y Donald Crisp, posee una confraternidad admirable, profundos sentimientos y una calidez que da pleno sentido a la existencia. Cosas como estas, no recuerdo haberlas visto en el filme de Hawks, aunque confieso que hace ya bastante desde que vi esa versión.

Con una edición muy precisa, y acciones de gran intensidad dramática, Goulding logra dos magníficas escenas de acción (la devolución de las botas y el ataque de Courtney al ferrocarril de Soulet), pero sin duda, lo mejor de este filme es el sentido manejo que se le da a las relaciones interpersonales, sirviéndose de situaciones muy cuidadas que dan cuenta de lo grandes que pueden ser los seres humanos cuando su accionar está guiado por el alma.
Luis Guillermo Cardona
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